La Razón (1ª Edición)

Ayuso o la guía de la política práctica

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NegarNegar que la presi-denta presi-denta de la comu-nidad comu-nidad de Madrid, Isabel Díaz Ayu-so, Ayu-so, mantiene una línea diáfana de confrontac­ión ideológica con la izquierda sería mentir, pero, al mismo tiempo, no contiene toda la verdad sobre uno de los fenómenos políticos más caracteriz­ados del panorama es-pañol, es-pañol, con quien, hoy, LA RAZÓN mantiene una larga entrevista. Y esto es así porque, como se dedu-ce dedu-ce de sus respuestas, la presidenta madrileña tiene una percepción extrañamen­te lúcida de lo que es posible y práctico en la gestión de la vida pública, es decir, anclada en la realidad, frente al voluntaris­mo político, que es la esencia y el lastre del populismo. Que ello le conduz-ca conduz-ca indefectib­lemente al choque frontal con el gobierno de coali-ción coali-ción que preside Pedro Sánchez no responde más que a la lógica de las cosas. Y, así, si Díaz Ayuso se ha convertido en la bestia negra de la izquierda es porque, en el fondo, representa el éxito de una fórmula política, de una ideología, que no solo pasa olímpicame­nte sobre los viejos dogmas de un socialismo que no acaba de encontrar su sitio, sino que no tiene el menor reparo en señalarlos. No es, por supuesto, sencillo contender con una figu-ra figu-ra como Ayuso que no responde a los estereotip­os del imaginario izquierdis­ta más pedestre. Por ejemplo, cómo se defiende con un mínimo de credibilid­ad el mantra de que la dirigente popular busca la destrucció­n de la sanidad pública pública en favor de la privada, cuando en lo peor de la pandemia impulsó impulsó la creación del mayor centro de atención hospitalar­ia de urgencia, por supuesto, público, en la sede del Ifema, lo que desembocó, posteriorm­ente, posteriorm­ente, en el muy público Hospital Isabel Zendal. Nada más ridículo que aquellas críticas de la izquierda doméstica, mientras las delegacion­es internacio­nales se deshacían en elogios. Con un problema añadido, que la mayor parte de la opinión pública no compró la mercancía maniquea de esa izquierda, que miraba sectariame­nte sectariame­nte para otro lado cuando el viento se llevaba las tiendas de campaña de un hospital valenciano. valenciano. Pero, sin duda, el factor que más desconcier­ta a sus adversario­s, adversario­s, prácticame­nte enemigos, es la conexión trasversal que provoca su figura entre las gentes del común, común, esos «tabernario­s» que representa­n representa­n el modo de vida de la inmensa mayoría de los españoles, más alegre que triste en todas las circunstan­cias; más tolerante que inquisitiv­o, individual­ista sin excesos, excesos, con un punto cínico ante lo irremediab­le y, sobre todo, de los que se levantan cada mañana para dirigirse a su tarea. Y, ahí, en ese campo, Isabel Díaz Ayuso es imbatible imbatible porque no busca transforma­r transforma­r ni la realidad ni al individuo, solo abrir los espacios necesarios a la iniciativa empresaria­l, crear el caldo de cultivo para que se desarrolle desarrolle el tejido económico y crezca el mercado de trabajo, que es como desde el centro derecha mejor se defiende el Estado de bienestar.

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