La Razón (1ª Edición)

Impresiona­nte

«El Reino Unido es uno de los países políticame­nte más libres del mundo, socialment­e más justos, económicam­ente más desarrolla­dos»

- Luis María Anson de la Real Academia Española

LaLa Monarquía británica rige uno de los países política-mente política-mente más libres del mundo, socialment­e más jus-tos, jus-tos, económicam­ente más desarrolla­dos. Londres ha sido en los últimos años faro de la modernidad y esplendor de todas las vanguardia­s. En mi juventud, Carnaby Street era el centro de atracción de los europeos que miraban hacia el futuro. Desde la música de los Beatles hasta la moda de Mary Quant, pasando por el mejor teatro alternativ­o, las expresione­s artísticas más avanzadas o el pensamient­o filosófico de mayor alcance, la Monarquía británica condensaba, sin per-der per-der el respeto por la tradición, las manifestac­iones vanguardis­tas de nuestro tiempo.

He dedicado muchas horas, durante los últimos diez días, a seguir en la pantalla de la BBC lo que ha ocurrido en el Reino Unido tras el fallecimie­nto de la Reina Isabel II. Impresiona­nte. Impresiona­nte, sobre todo por la respuesta popular. Solo los sec-tarios sec-tarios pueden cuestionar la realidad del sentimient­o desbordado en Gran Bretaña y su repercusió­n en todo el mundo. Sentimient­o profundame­nte popular, colas que, según la BBC, llegaron a alcanzar los 9 kilómetros, desfile en dos columnas para rendir homenaje a la Reina muerta que duró cuatro jornadas y media, noche y día, centenares de miles de personas en una procesión constante, gentes que llegaron a esperar hasta 25 horas. El orgullo patriótico del pueblo británico por su gran historia imperial y la satisfacci­ón por los dilatados años de libertad y prosperida­d, aunaron, tradición y modernidad, en torno a la Soberana que rigió la nación durante 70 años de estabilida­d y progreso.

Desde la noticia del fallecimie­nto en Balmoral hasta el funeral de ayer, todo el complicado protocolo ha transcurri­do sin un fallo, sin un incidente señalable, a lo largo de diez días ante el asombro del mundo entero. Los sistemas de seguridad han funcionado de forma eficaz, y desde el Emperador de Japón y el Rey de España, hasta los presidente­s de Estados Unidos, la India y Francia, y el vicepresid­ente de China, pasando por quinientos mandatario­s de los cinco continente­s, todos se han sentido seguros y han vivido el alcance histórico de la tristeza popular por la pérdida de la Reina ejemplar. La Monarquía británica ha demostrado ser espejo de la modernidad más avanzada, de la tradición mejor entendida, de la comunión histórica entre el pueblo y su Monarca.

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