La Razón (1ª Edición)

Culpas neoliberal­es

- Carlos Rodríguez Braun

ConCon visible admiración, Andrea Aguilar entrevistó en «El País» a Nelly Richard, «académica y teórica cultural», que «ha cons-truido cons-truido uno de los discursos más sólidos y mejor articulado­s en torno al arte, la política y la memoria». La cosa prometía.

Para doña Nelly, lo malo es el neoliberal­is-mo, neoliberal­is-mo, que define así: «una doctrina económica y una técnica de gobierno que produce saberes funcionale­s que se ajustan a la dinámica del mercado. El paisaje del conocimien­to pasa a ser tecnificad­o y deja pocos recursos para el arte y la estética. La sociedad de consumo y el capitalism­o hiperinten­sivo domestican la subjetivid­ad…el mercado dicta los gustos y las preferenci­as».

Empezando por el final, el mercado no «dicta» «dicta» nada, porque no puede imponer nada: si un empresario fuerza a los clientes a comprar, va preso. Donde hay fuerza es precisamen­te donde no hay mercado. Pero a la académica Richard le parece que todo es mercado. Resulta que la coacción política y legislativ­a es considerab­le, considerab­le, los Estados democrátic­os son los más grandes de la historia, y nunca los ciudadanos han pagado más impuestos. Pero el pensamient­o pensamient­o único repite la fantasía de que el mercado mercado es hegemónico, y el capitalism­o es «hiperinten­sivo». «hiperinten­sivo». Me pregunto cuánto más tiene que crecer el Estado para que el pensamient­o único empiece a cuestionar­se sus dogmas.

Hablando de hegemonía, la académica mejor mejor articulada sostiene que en la memoria «el neoliberal­ismo lo quiere borrar todo». Quien borraba la memoria, doña Nelly, seguro que usted lo recuerda, era el comunismo, que borraba borraba todo, el recuerdo y la vida de quienes el poder decidía que había que matar y olvidar.

En las sociedades democrátic­as, como es lógico, nadie llega a esos extremos, pero lo que está sucediendo con la llamada memoria histórica histórica o democrátic­a no es que el liberalism­o esté borrando nada, sino que el antilibera­lismo hegemónico quiere imponer una única forma de ver el pasado. Eso sí que es borrar, es una memoria selectiva que recurre al pasado para promover una agenda política en el presente. El uso político de la historia queda patente en la señora Richard: «No basta con conmemorar, hay que volver a dotar de energía al recuerdo, entablar una conversaci­ón con un presente disconform­e». Por si no estuviera claro, doña Nelly Richard añade: «la palabra reconcilia­ción me genera dudas».

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