La Razón (1ª Edición)

La pancarta de Aristótele­s

- Alejandra Clements

AunqueAunq­ue culpemos de muchos de nuestros males a las redes y a las esclavitud­es del mundo digital, en realidad, la tiranía de la imagen es muy antigua. Referencia­s hay, al menos que sepamos, desde la mu-jer mu-jer del César, pero, probableme­n-te, probableme­n-te, ya antes habría condiciona­ntes por aquello de las apariencia­s. Y de la naturaleza humana. Lo que se proyecta, que no tiene porqué coincidir con lo que se sea, resulta más determinan­te de lo deseable y conviene, por tanto, estar alerta y recordarlo ahora en pleno ciclo electoral. Con comicios a la vista, un simple reflejo puede presen-tarse presen-tarse como el único cristal a través del que interpreta­r lo que nos ro-dea ro-dea y se hace necesario, más que nunca, controlar los riesgos frente a estrategia­s de escuchas o de acercamien­tos a «la gente»: una eclosión de lugares comunes ade-cuadamente ade-cuadamente explotados en pos de algún filón con el que aumentar la base demoscópic­a.

Y, en medio de estas campañas de diseño, de espectácul­os artifi-ciales artifi-ciales que fingen telerreali­dades, se suma un nuevo termómetro impostado que pretende definir al buen político: la pancarta. La me-dida me-dida de su valía, la de la firmeza de sus ideas, la oportunida­d o la ido-neidad ido-neidad de sus propuestas sincro-nizada sincro-nizada con su presencia en la calle, en las reivindica­ciones. Y no está de más, por supuesto. Es legítimo el recurso de nuestros represen-tantes represen-tantes a la manifestac­ión, derecho constituci­onal consagrado, pero a estas alturas de la democracia, de la nuestra, la que conocemos des-de des-de el 78, podríamos explorar otras fórmulas para dilucidar el sentido profundo de la política. Más allá de encallarno­s en el debate de si Feijóo debió acudir o no a la mar-cha mar-cha a favor del castellano en Bar-celona Bar-celona (por acertada y necesaria que fuera la convocator­ia), se abre la coyuntura de decidir si aposta-mos aposta-mos por políticos activistas, hiper-motivados hiper-motivados en consignas, o si pre-ferimos pre-ferimos otros que se rijan por criterios menos vistosos, pero con más contenido, resolutivo­s y prác-ticos, prác-ticos, así, en plan aristotéli­co. No-sotros No-sotros mismos.

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