La Razón (1ª Edición)

El derecho a la «pedofilia consentida»

- Jorge Fernández Díaz

SonSon de especial gravedad las afirmacion­es de la ministra de Igualdad en su compare-cencia compare-cencia en el Congreso de los Diputados sobre el derecho de los «niños, niñas y niñes» a conocer su propio cuerpo y a tener relaciones sexuales con quien quieran mientras estén basadas en el «consentimi­ento previo». Aunque en España la reacción no haya sido la que merecerían, habién-dolas habién-dolas además efectuado en la sede de la soberanía nacional y en una com-parecencia com-parecencia oficial ante la Comisión de Igualdad por un miembro –miembra o miembre– del Gobierno de la nación.

En primer lugar, conviene recordar que el Ministerio del que es titular Su Se-ñoría Se-ñoría Irene Montero, es el de Igualdad, que no de la pedofilia, que es lo que esas declaracio­nes promueven, amparan, justifican y ensalzan. En el Código Penal hay un tipo delictivo sobre la corrupción de menores, y aunque la libertad de ex-presión ex-presión ampara a los diputados y com-pareciente­s, com-pareciente­s, ello no incluye el derecho a hacer apología del delito. La ideología de género ha alcanzado de la mano de Sánchez tener un ministerio dedicado totalmente a promoverla mañana, tarde y noche, por tierra, mar y aire, mediante iniciativa­s legislativ­as y campañas de publicidad dirigidas a normalizar algo radicalmen­te contrario a la ley natural y la antropolog­ía humana.

Así, para quelos «niños, niñas y niñes» –en la expresión literal de la ministra– puedan tomar plena conciencia de sus derechos sexuales, es preciso formarles en la materia, y así florecen iniciativa­s que secundan ese proyecto gubernamen­tal gubernamen­tal en las escuelas, mediante talleres talleres para «educarles en la diversidad y la inclusión», para que puedan elegir el género que desean, la vestimenta y la orientació­n sexual. De esta forma, niños de seis, siete, ocho años… serán «libres» por estar debidament­e informados y «formados» para dar su consentimi­ento consentimi­ento para tener relaciones con adultos, por ejemplo. La ideología del alfabeto inclusivo ya añadió tiempo atrás la letra Q (Queer) a las conocidas LGTBI, y ahora ahora ya hay doctrinari­os de esa aberrante ideología que promueven incluir la «P» de pedófilos.

Que el Gobierno de España promueva semejante aberración antinatura­l, ética y moral, da idea del abismo al que se ha llegado, y la obligación de la oposición de hacerle frente con toda la contundenc­ia contundenc­ia que tal agresión significa. Este es un ejemplo paradigmát­ico de las leyes «ideológica­s» que deben ser derogadas nada más asumir el Gobierno, con el compromiso solemne ante los electores. Y si no están dispuestos a dar esa batalla porque lo único importante parece ser la economía, que lo digan también.

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