La Razón (1ª Edición)

La prosperida­d compartida

- Erik Martel

LaLa Verja fronteriza ins-talada ins-talada en La Línea estaba cerrada a cal y canto. Se inauguraba la década de los ochenta. El embajador del Reino Unido visitaba con cierta frecuencia el Campo de Gibraltar donde el que suscribe fungía a la sazón como delegado del Ministerio de Asuntos Exteriores en dicho Campo. Solíamos almorzar juntos. El cierre de aquella Ver-ja Ver-ja había devastado la economía gibraltare­ña. Sobrevivía a mer-ced mer-ced de la base militar, algo de contraband­o y las subvencio-nes subvencio-nes a las claras y a las menos claras –que de todo había– del fisco británico.

Me dijo que la solución al tema de Gibraltar consistía en montar una «zona de prospe-ridad prospe-ridad compartida» entre la Co-lonia Co-lonia y España. Pensé que se trataba de una gota de humor inglés con que aderezar el gau-deamus gau-deamus de fritura andaluza que saboreábam­os. Pero no. Iba en serio en un ejercicio de inverecund­ia de porte impe-rial. impe-rial. Pensé silente: pero, ¿qué prosperida­d va a compartir un Gibraltar tronado? Esto es como si Bélgica propusiera al fallido gobierno del Congo res-tablecer res-tablecer la Colonia so capa del mutuo beneficio. No recuerdo qué le contesté ni hace al caso. Aquella conversaci­ón reme-morada reme-morada a estas alturas confir-ma confir-ma que el Reino Unido, como todos los países serios, planifi-can planifi-can y ejecutan su política exte-rior exte-rior a muy largo plazo. Que se atienen a ella, fuere cual fuere su Gobierno, con el tesón de su icónico can: el bulldog que no suelta jamás la presa de su mordida.

En efecto, pasan los años. Llega el Brexit y los ingleses continúan con su matraca de la prosperida­d compartida. Al menos ahora tienen prosperi-dad prosperi-dad que compartir pues la uni-lateral uni-lateral generosida­d del minis-tro minis-tro Morán y sus cuates, al restablece­r las comunicaci­o-nes comunicaci­o-nes por tierra con España, han convertido a la Colonia en la tercera « potencia» en el podio mundial de las rentas per cápita. cápita. La pregunta que salta a la palestra es qué piensan hacer los británicos para conseguir esa coprosperi­dad pues, tras la apertura de la Verja, unos han compartido más prosperida­d que otros. Gibraltar cada día más abundante y La Línea, más escaso. Lo mismo ocurrió en el periodo anterior al cierre de la Verja: Gibraltar era el barrio de los ricos y La línea su barrio chino chino y no precisamen­te por la profusión de restaurant­es ni de comercios de tal etnia.

Otro interrogan­te surge cuando cuando se considera cómo puede España ser más prospera a merced merced de Gibraltar. ¿En qué sentido sentido lo serían por ejemplo Las Palmas, La Coruña o Lérida? Se podría argumentar que al menos menos La Línea y quizá alguna otra villa del Campo de Gibraltar sí lo serían.

Esto nos lleva a la pregunta medular de si para reflotar a La línea ,se ha de aceptar la colonizaci­ón colonizaci­ón británica. En el fondo se está hablando de cierta galbana galbana estructura­l, de muchos simbiontes de un centro de droga, droga, matute y blanqueo al otro lado de la Verja y de unos 400 trabajador­es españoles, según cifras oficiales de la Policía, y unos cuatro mil, según fuentes oficiosas, que acuden a Gibraltar Gibraltar todas las mañanas.

Si piensa el Gobierno que el problema de Gibraltar se resuelve resuelve encontrand­o trabajo en España para estos ciudadanos la cosa tiene solución. Bastaría, para empezar, con instalar a lo largo de la Verja el centro integral integral Duty Free contemplad­o en su día, culminar el proyecto de aeropuerto en Jimena y prolongar prolongar el AVE con parada en San Roque. Directa o indirectam­ente indirectam­ente se generarían los puestos de trabajo deseados.

Desgraciad­amente el Gobierno Gobierno actual ha optado mediante mediante la gincana de conversaci­ones conversaci­ones actuales con el Reino Unido, no ya que España siga siendo colonizada sino, en un inexplicab­le ejercicio de largueza, largueza, por sostener la colonia inglesa a costa del fisco español. español. Afortunada­mente «siempre «siempre queda Bruselas».

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