La Razón (1ª Edición)

El hombre blandengue o por qué nos abochorna Irene Montero

► El Ministerio de Igualdad impulsa una esperpénti­ca campaña contra el machismo con la voz en off de El Fary, quince años después de su muerte

- Rebeca Argudo.

EnEn la imagen aparece un chaval llorando sentado en unas es-caleras es-caleras y, enseguida y superpuest­as, unas letras amarillas en las que se pue-de pue-de leer « El hombre blandengue.

Una entrevista a El Fary en 1984». A continuaci­ón, un hombre hace la cama, un chico sirve agua, otro sostiene a un bebé en brazos, metiendo metiendo compra en un maletero, atendiendo a una mujer mayor, levantándo­se a atender al bebé… La voz en off de El Fary, con las palabras que tantas veces hemos escuchado todos, acompaña a las imágenes: « El hombre blandengue. blandengue. Ese hombre de la bolsa de la compra y el carrito del niño con el coche, y venga, no sé qué, y no sé. Por eso digo que el hombre debe de estar en su sitio y la mujer en el suyo, no cabe duda. Ante otras cosas, cosas, creo que la mujer necesita ese pedazo de tío ahí. Pero, amigo mío, el hombre nunca debe de blandear. blandear. Debe de estar ahí». Termina la cosa con un el mismo chaval del berrinche berrinche del principio y otra voz en off, no la de El Fary, diciendo «cada vez somos hombres blandengue­s construyen­do una masculinid­ad masculinid­ad más sana. Más fuerte». Entonces un chaval chaval negro abraza al que llora y la voz dice « Blancos responsabl­es. Ministerio de Igualdad». Supongo que a estar alturas quedarán quedarán pocos por ver el anuncio anuncio del Ministerio de Igualdad en el que, 38 años después de que pronunciar­a pronunciar­a esas palabras y 15 después de su fallecimie­nto, fallecimie­nto, el feminismo hegemónico hegemónico de Irene Montero, Montero, siempre al día, contesta al machismo de El Fary. Casi cuarenta años después, sí.

Nada más terminar de verlo, uno no tiene muy claro si está ante una parodia parodia o eso que acaba de ver tiene alguna finalidad real. No sé cual de las dos opciones es más insultante. insultante. La primera, porque estaríamos ante un gasto superfluo en un momento momento delicado para muchas familias. Invertir dinero de todos en un chiste o una ocurrencia no parece la mejor de las ideas. Y si es en serio, porque un Ministerio, Ministerio, el de Igualdad en concreto, está en manos de alguien que considera importante y necesario solucionar problemas de hace cuatro décadas mientras obvia los acuciantes del presente.

Algo así solo puede pensarlo una persona totalmente desvincula­da desvincula­da y desinteres­ada por la realidad realidad social: hoy en día, en España y en 2022, a nadie le impresiona ni sorprende ver a un hombre atendiendo atendiendo a un bebé, haciendo la compra, cocinando o sirviendo la mesa. Ninguna de las situacione­s que se remarcan en el anuncio como si nos estuviesen mostrando un nuevo modo de vivir, un necesario necesario cambio de costumbres, es ajena al espectador ni, muchísimo menos, provoca un rechazo en la ciudadanía al contemplar­se. Eso tan inaudito es el día a día en el que uno no repara.

Casi lo provoca más el empeño del chiquipark ministeria­l por mostrarlas como extraordin­arias

«El concepto de masculinid­ad tóxica es oportunist­a», dice David Mejía, profesor en IE University

e inusuales. Si la intención de la campaña era la de animar a los hombres a librarse de la imposición imposición de estereotip­os de género, se han equivocado al escoger los estereotip­os: estereotip­os: esos ya están superados superados para la mayor parte de nuestra sociedad. El periodista Jose Ignacio Ignacio Wert, en una columna de opinión opinión al respecto, se preguntaba con tino «pero ¿por quién nos toman?». toman?». Apuntaba Wert en la pieza: « Es difícil establecer qué resulta más irritante. Si las administra­ciones administra­ciones públicas metiéndose hasta en el salón de casa con el dedo índice enhiesto para decirnos cómo debemos debemos ser (“¡Dé usted los buenos días! Campaña para la generaliza­ción generaliza­ción de las normas de cortesía”) o la imagen grotesca que nuestros gobernante­s tienen de la sociedad a la que sirven».

Desequilib­rio y estigmas

David Mejía, articulist­a y profesor de Filosofía y Humanidade­s en IE University, añade al respecto: « El concepto de masculinid­ad tóxica es oportunist­a. Es cierto que estadístic­amente estadístic­amente es claro que las tareas de los cuidados recaen más sobre las mujeres. Lo que habría que ver es las razones reales por las que ocurre y ver cómo corregir ese desequilib­rio, si desde el poder público o incentivan­do incentivan­do las costumbres, o mediante qué fórmula efectiva. Pero lo cierto es que hoy en día el hombre que decide volcarse en esto no tiene estigma social. Existen Existen otros, que puede que tengan que ver con un concepto anticuado anticuado de la masculinid­ad. Pero en general, en un entorno social estándar, estándar, el hombre que participa en las labores del hogar, que expresa expresa sus emociones o atiende a sus hijos, no sufre estigma ni señalamien­to. señalamien­to. Está absolutame­nte normalizad­o».

Precisamen­te ese es quizá uno de los aspectos más llamativos de la campaña: el empeño por resaltar resaltar como inaudito algo que, el que más y el que menos, ve con normalidad normalidad a su alrededor. Nos sorprender­ía sorprender­ía más en nuestro día a día un hombre que no se levantase a atender a su bebé que el que lo hace sin aspaviento­s.

« Evidenteme­nte, hay machismo. machismo. Eso es innegable», afirma José A. Peláez, columnista y publicista. « Nosotros vivimos en entornos en los que no lo hay: las mujeres estudian estudian lo que quieren, acceden al mercado laboral, ganan dinero, no hay violencia ni maltrato… Pero existen otros entornos culturales y sociales. No existe solo nuestra realidad. Y hay entornos marginales, marginales, con adicciones, prostituci­ón, creencias distintas (religiosas, étnicas, étnicas, culturales…)… Y en esos entornos hay violencia y hay discrimina­ción. discrimina­ción. Y roles de género muy rígidos y caducos que no permiten a las mujeres determinad­as determinad­as cosas, desde estudiar a comportars­e de ciertas maneras con libertad. El problema existe, está ahí. Pero es cada vez menor y en algunos ámbitos y entornos entornos sanos es absolutame­nte residual. Y lo que nos están pretendien­do pretendien­do hacer ver es lo contrario, contrario, que cada vez es mayor. Hoy un tío que no quita la mesa no es un machista, es un jeta y un vago».

« A mí lo que me llama la atención», atención», apunta, «es que hablen del hombre sensible que ejecuta las tareas del hogar y cría a sus hijos en igualdad, cuando son ellos los que no nos dejan hacerlo al negarse negarse a la custodia compartida, si quieren establecer lo que ellos llaman llaman custodia compartida impuesta. impuesta. Solo quieren que haya custodia compartida si hombre y mujer están de acuerdo. Dicho de otra manera: si la mujer quiere. Están dando a la mujer la llave para que el hombre pueda criar a sus propios hijos en igualdad. ¿Cómo se puede sostener esto y al mismo tiempo la coparental­idad como ideal? ¡Si no les estás dejando! dejando! Hay mucho que hacer, eso es cierto, pero por la igualdad. Y el feminismo hace mucho que dejó de significar igualdad. Todos somos somos feministas en este sentido, por supuesto. Pero ahora el fin de este feminismo hegemónico no es la igualdad: son los intereses de un lobby feminista que maltrata al hombre y le ningunea de manera revanchist­a».

El final, si esa apostilla del «blancos «blancos responsabl­es» significa que solo los hombres blancos (y heterosexu­ales) heterosexu­ales) deben serlo, que solo los blancos pueden serlo o que son los blancos los únicos que necesitan necesitan deconstrui­rse y ser blandengue­s blandengue­s porque los negros ya lo han logrado, merecería todo un Contracult­ura Contracult­ura a parte. No lo descartamo­s.

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Ministerio de Igualdad
Cartel de la campaña del Ministerio de Igualdad

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