La Razón (1ª Edición)

«Premios como los Goya deberían abrirse a las series»

Paco Cabezas Director de «La novia gitana»

- M. G. Rebolledo.

Me enorgullec­e presentar una imagen completa de lo gitano, con lo bueno y con lo malo»

ATRESPlaye­r Premium estrena hoy su nueva serie, dirigida por Paco Cabezas, protagoniz­ada por Nerea Barros y basada en el éxito literario de Carmen Mola

NoNo cualquiera tendría los capotes que ha-cen ha-cen falta. La ganade-ría ganade-ría venía precedida por un Premio Pla-neta, Pla-neta, el del colectivo Carmen Mola, y las astas se afilaban en for-ma for-ma de ampulosida­d presupuest­a-ria. presupuest­a-ria. Adaptar una de las sagas más leídas de la última década en Es-paña, Es-paña, la de « La novia gitana», era una especie de miura insondable al que Paco Cabezas miró de tú a tú desde el primer minuto, cuando le llegó la primera de las novelas a su casa en Los Angeles junto a una propuesta de arrojo. Cabezas, que atendió a LA RAZÓN en el marco del Festival de San Sebastián don-de don-de la serie se puso de largo, vuelve a casa tras hacerse cargo de series de éxito allende el Atlántico, como «)e Umbrella Academy».

Una de las primeras cosas que llama la atención de «La novia gitana» lo sombrío, lo turbio de sus diálogos...

Es curioso, porque no venía de ninguna instrucció­n concreta y es algo en lo que se ha fijado mucha gente. Y es todo mérito de Nerea Barros, partió de ella. Lo curioso es que, creo, es perfecto para la energía de la protagonis­ta, Elena Blanco, que es alguien que tiene que estar conteniend­o sus emociones emociones constantem­ente. Como atrapada dentro de sí misma o de lo que se atreve o no a hacer. Es una bola de fuego que está conteniend­o conteniend­o en el estómago y está a punto de explotar. Eso le da a su personaje personaje un ritmo especial. Quería que « La novia gitana» tuviera un ritmo hipnótico, y que cuando estuviéram­os estuviéram­os en la morgue tú estuvieras loco por saber quién es el asesino. ¿Podré averiguarl­o antes de tiempo? tiempo? Y, de hecho, todo aquel a quien le hemos enseñado la serie quería que le adelantáse­mos quién es el asesino. En el ocho lo descubres, tranquilo.

En «La novia gitana» no hay buenos buenos ni malos. Solo mucho dolor y muchos grises, ¿cómo dio con el tono de la serie?

Nerea Barros comentó un aspecto muy interesant­e de la serie sobre las grietas. No utilizamos, por ejemplo, maquillaje en los personajes, personajes, porque cada arruga, cada línea de expresión que se pueda ver en los personajes les da una dimensión distinta. Hay una frase, en una canción de Leonard Cohen, Cohen, que me encanta y que dice «)ere’s a crack in everything, and that’s how the light gets in» (« Hay una grieta en todo, así es como se mete dentro la luz»). Lo interesant­e interesant­e es agarrarse a las grietas de los personajes, que es lo que les hace verdaderam­ente humanos.

Cuando a uno le ofrecen un miura miura así, con dos grupos tan importante­s importante­s detrás, ¿le da más miedo o más respeto?

Miedo casi ninguno, porque siempre siempre he creído estar un poco loco, ser atrevido. Llevo ya mucho tiempo tiempo trabajando en Estados Unidos, y allí me llegó el libro. Enseguida conecté y vi qué había mío ahí. La entendí como un proyecto parecido parecido a « Adiós» (2019), mi última película. Y vi también una oportunida­d oportunida­d de entrar a reflejar bien el mundo gitano, dándole oportunida­d oportunida­d a ellos mismos de contar sus historias. Así que no sentí una responsabi­lidad responsabi­lidad tanto como un campo campo repleto de libertad por delante. Y es muy bonito que ello, también, nos haya permitido levantar una serie con personalid­ad propia.

A la hora de acercarse al mundo calé, a lo gitano, ¿cómo lo plantea? plantea? La representa­ción siempre ha dejado mucho que desear.

Crecí en un barrio pegado a las 3.000 viviendas, rodeándome desde desde pequeño por amigos y conocidos conocidos de etnia gitana. No me es un mundo en absoluto ajeno, aunque no sea el mío. Y es ahí donde entran entran actores como Moreno Borja, que además de intérprete era mi probador. Le preguntaba todo el rato por la credibilid­ad, la fidelidad fidelidad de las escenas como la del entierro. Y me corrigió muchas cosas, como cuando montamos un culto, explicándo­me qué llevarían llevarían los personajes. Todos los que la han visto entienden que ahí hay respeto y hay amor. Me enorgullec­e enorgullec­e haber llevado esa representa­cióna representa­cióna buen término y que, por fin, se presente una imagen de lo gitano gitano completa, con lo bueno y con lo malo, con lo bonito y con lo feo. Con todas las griegas.

Usted está muy cómodo entre cine y televisión. ¿Cree que ya se rompió del todo el paradigma que separaba ambas cosas?

Cuando enciendo la tele, lo que hay allí me interesa o no me interesa. interesa. No me planteo en qué formato formato está, o cuánto dura y cuánto me va a llevar. No me importa que sea una serie o una película. El formato formato importa cada vez menos y, de hecho, creo que premios como los Goya deberían abrirse a las series. En este país se está haciendo una ficción increíble que queda relegada relegada a un segundo plano por el formato en el que se estrena. Y en ese plano, los Premios Feroz, por ejemplo, lo hacen mucho mejor. Los autores, en España, jamás hemos hemos sido más libres.

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