La gran ficción del Estado
► Mitos fuera. España gasta en prestaciones sociales un porcentaje similar –y superior incluso al de varios países del entorno– al de la media de la Unión Europea
FredericFrederic Bastiat (1801-1850), (1801-1850), francés, liberal y autor, por ejemplo, de la fascinante « Petición de los fabricantes de velas...» al Par-lamento, Par-lamento, escribió que «el Estado es una gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todo el mundo». En su tiempo fue provocador, cuando el gasto público era ridícu-lo ridícu-lo comparado con el ac-tual ac-tual y era bastante más difícil vivir a costa del Es-tado. Es-tado. Todo ha cambiado mucho, sin duda para mejor, porque, como de-fiende de-fiende Steven Pinker entre otros, nunca tantos miles de millones de per-sonas per-sonas han vivido tan bien como ahora, lo que no justifica ni pretende olvi-dar olvi-dar situaciones –reales– de miseria. El gasto pú-blico, pú-blico, no obstante, crece y crece, y no siempre en la dirección ni en las can-tidades can-tidades más adecuadas.
El ministro de Seguri-dad Seguri-dad Social, Jo sé Luis Es-crivá, Es-crivá, con frecuencia metepatas político, ha pasado de criticar los in-formes in-formes del Banco de Es-paña Es-paña que no apoyan al Gobierno a matizar que, en realidad, son estudios con autores propios cu-yas cu-yas opiniones no reflejan la institucional de la en-tidad en-tidad que gobierna Pa-blo Pa-blo Hernández de Cos. Ahora, cuatro economis-tas economis-tas del Banco de España – Mario Alloza, Víctor Forte-Campos, Enrique Moral-B Moral-B enito y Jav ier J. Pérez –, con aportaciones de Julia Brunet, cuando trabajaba allí, acaban de publicar, en la serie « Documentos Ocasionales» del Banco de Espa-ña, Espa-ña, un informe sobre « El gasto público en España desde una perspectiva europea» que, le guste guste a quien le guste, desmonta algunos algunos mitos sobre el papel protector del Estado en España.
Los autores utilizan datos de 2019, aunque los avances que hay de los de 2020 confirman la tendencia. tendencia. Los cinco economistas llegan a la conclusión (sic) de que « España muestra un peso relativamente relativamente elevado, desde una perspectiva perspectiva europea, en partidas partidas como las prestaciones sociales –pensiones y desempleo– y los pagos por intereses de la deuda, pero un peso relativamente relativamente menor en partidas como la educación y la inversión pública». Es decir, decir, el gasto público en España se concentra más en asistir y subvencionar que en realizar proyectos de futuro, educación incluida. incluida. Eso no significa que no se atienda a la educación, sino que el gasto en ese capítulo crece crece menos que en otros. Entre 2019 y 2020 –datos provisionales– el gasto en educación pasó de 45.000 a 52.000 millones, con un crecimiento del 14,6%. En ese mismo periodo, las cantidades dedicadas a protección social y salud crecieron un 30.9 y un 26,1%, respectivamente, siempre según datos de la Intervención general de la Administración del Estado, Estado, y que en el caso de la Sanidad están influenciados influenciados por la pandemia.
La novedad –hasta cierto cierto punto– del estudio de los economistas economistas del Banco de España, que hablan en su nombre claro, es la constatación, que para los no informados puede resultar sorprendente, sorprendente, de que España gasta más que otros países de su entorno en prestaciones sociales, lo que arrumba muchas teorías y demagogias demagogias políticas. « En 2019, el gasto en prestaciones sociales –dice el informe– alcanzó el 18,4% del PIB en España, frente al 17% de la media media de los 28 países de la Unión Europea (UE-28) y el 19,5% de los 15 países del euro (UE-15)». Y desde desde la crisis de 2008, la subida del gasto en ese capítulo –siempre en porcentaje del PIB– ha sido mayor y más duradera en España que en otros países, «con un ascenso de más de 4 puntos porcentuales y, a diferencia de otros países, aún no ha mostrado signos de corrección». corrección». En términos absolutos hay algunas diferencias, con un gasto de per cápita de 5.363 euros en España, frente a los 5.627 de la UE28 UE28 o los 7.482 de la UE-15. El gasto en prestaciones se concentra, sobre sobre todo, en las pensiones, pero también –un 14% del total–en bienes bienes y servicios que se ofrecen a los hogares y en subsidios de desempleo, desempleo, un 17% en 2019. Por el contrario, contrario, España es uno de los países que menos gastaría en inversión, un 2,8% del PIB, muy por debajo de la media de la UE-15 y de la UE28, UE28, con porcentajes del 3,8 y del 4,3%. A todo eso habría que añadir el gasto en intereses, un 2,3% del PIB, frente al 1,8 y 1,5 de los dos grupos de la UE.
La conclusión más significativa a la que llegan los autores del informe, informe, y que debería preocupar tanto al Gobierno de Pedro Sánchez Sánchez como a la oposición de Núñez Feijóo, es que «una composición composición del gasto público con un menor peso en inversión y educación educación suele estar asociada, a medio plazo, con tasas inferiores de crecimiento crecimiento de la economía y con una menor capacidad para reducir la desigualdad». La duda que surge es qué prefiere el Gobierno, gastar en asistencia –que da réditos políticos políticos inmediatos– o invertir a medio medio plazo. De eso depende que unos intenten vivir a costa de otros y que el Estado sea la gran ficción de la que hablaba Bastiat.
Un gasto público más volcado en las prestaciones que en la inversión y en la educación conduce a menos crecimento y menos capacidad de reducción de la desigualdad»