Adiós al testimonialismo
EnEn 2018 Fratelli d’italia se hizo con poco más del 4% del voto. La derrota no era la primera, y parecía sen-tenciar sen-tenciar al partido a la marginalidad, donde quedaría condenada a con-vivir con-vivir con otras formaciones del mis-mo mis-mo carácter. El cambio arrancó en 2019, cuando su líder, Giorgia Melo-ni, Melo-ni, protagonizó un famoso mitin en Roma que la convirtió instantánea-mente instantánea-mente en una superestrella gracias al grito de «¡Soy Giorgia! ¡Soy una mujer! ¡Soy una madre! ¡Soy italiana! ¡Soy cristiana!». Un grito, por cierto, que algunas dirigentes de ultraiz-quierda ultraiz-quierda han intentado copiar en nuestro país. El éxito posterior de los Hermanos de Italia presenta otras componentes, claro está. Una de ellas es el desgaste del centrodere-cha, centrodere-cha, sin un líder para representarlo, algo que Meloni debió de compren-der compren-der muy pronto y que le llevó a man-tenerse man-tenerse a una distancia prudente del poder. Al mismo tiempo, Meloni y su partido han realizado un esfuerzo considerable para alejarse del testi-monialismo testi-monialismo y la nostalgia, que a la dirigente italiana, hiperactiva y enér-gica enér-gica como es, no le interesan. Lo suyo es alcanzar el poder. Así es como ha ido desechando todo lo que obstaculizaba su camino. Por supuesto hay quien no le presta el menor crédito, pero hoy por hoy Meloni y su partido se declaran at-lantistas at-lantistas y proeuropeos, respaldan a Ucrania y son beligerantes frente a Putin, han elaborado un programa serio contra la deuda y están dis-puestos dis-puestos a trabajar con la Unión para reducir los precios de la energía. También han firmado un programa electoral con Forza Italia, el partido siempre europeísta del incombusti-ble incombusti-ble Berlusconi y de Antonio Tajani, buen amigo de nuestro país. Las po-siciones po-siciones propias se mantienen: no a la inmigración ilegal, desconfianza ante el lobby LGTB, defensa del cris-tianismo… cris-tianismo… Pero aparecen matiza-das matiza-das por la nueva posición, flexible y orientada a lo práctico: el aborto no se va a prohibir, por ejemplo, y el cristianismo es una seña cultural, no confesional. En realidad, el solo he-cho he-cho de que en un país como Italia pueda llegar a ser presidente del go-bierno go-bierno una mujer, y de derechas, es de por sí una revolución. De alcance europeo, probablemente.