La Razón (1ª Edición)

¡Ramos, selección!

► Es hora de que Luis Enrique se replantee en la selección lo del central del PSG. Salvo Laporte, ninguno en su puesto con España es indiscutib­le

- Eduardo Inda

LosLos amistosos son parecidos a las pruebas de coches en carreteras abandonada­s: permiten calibrar las fortalezas y las debilidade­s sin poner en riesgo la vida de los de-más de-más ni la propia ni, en condicione­s normales, la carrocería. En el encuentro frente a Suiza observamos más debilidade­s que fortalezas. Lo cual es ya casi un clásico. Los helvéticos nunca se nos han dado demasiado bien. La noticia buena es que, por ejemplo, aquel 1-0 en el primer partido de Sudáfrica 2010 repre-sentó repre-sentó el inicio de la mayor gesta del fútbol es-pañol es-pañol en toda nuestra historia. Y eso que la mayor parte de los comentaris­tas anticipaba el apocalipsi­s o poco menos. Esa misma noche escribí que no había que alarmarse más de lo necesario porque acabaríamo­s siendo cam-peones cam-peones del mundo y fuimos campeones del mundo. De la misma manera que ahora vati-cino vati-cino que este tropiezo lo convertire­mos en un incentivo para, retoques mediante, llegar muy lejos en este surrealist­a Mundial montado en medio de la temporada liguera. El equipo no es tan superlativ­o como el del marqués Del Bosque en 2010, pero tampoco moco de pavo, como certificam­os en la Eurocopa del año pa-sado, pa-sado, donde si no pasamos a la final y fuimos campeones fue porque Dios o, más bien, el diablo, no quiso.

En el deporte, como en la vida en general, es de los fracasos de donde se extraen las mejores conclusion­es. El gatillazo debe servir para perfeccion­ar perfeccion­ar un equipo que lo ha ganado casi todo en categorías inferiores y que consumó una Eurocopa que casi nadie preveía. Luis Rubiales no lo pudo describir más gráficamen­te: « Este equipo estaba pensado para hacer algo grande en el Mundial, no ahora». El tropiezo en la ridícula ridícula Liga de Naciones representa una oportunida­d oportunida­d para enmendar errores, para pulir defectos y también para potenciar aún más nuestras virtudes, que no son pocas.

La primera y perogrulle­sca perogrulle­sca gran conclusión que hay que extraer es que nuestros centrales son manifiesta­mente manifiesta­mente mejorables. Tan excelsos excelsos jugando la pelota como madres a la hora de inutilizar a los contrarios. Los dos goles suizos a balón parado son perfecto y desgraciad­o desgraciad­o paradigma de mi tesis. Pau Torres y Eric García García son técnicamen­te inmejorabl­es. Tan cierto como que carecen del instinto asesino de muchos muchos de sus antecesore­s. Luis Enrique debería analizar si no hay mejores opciones que Eric García, que no es titular en el Barça, Guillamón, Diego Llorente e incluso Pau Torres. El único de los habituales indiscutib­le es Laporte.

La otra lección intra y extramuros que dejó el cara a cara con la selección de la estrella es que Asensio es un pelotero superlativ­o. El jugadón jugadón maradonesc­o que propició el tanto de

Jordi Alba demuestra el acierto de Luis Enrique en convocarle pese a no tener minutos en el Madrid. Volviendo al tema de los centrales tal vez sea hora de que Luis Enrique se replantee lo de Sergio Ramos, que figuraba en la prelista de esta convocator­ia. El camero no sólo es el mejor central de la historia de España sino que, además, se está saliendo del mapa en el PSG dejando con un par de narices a los listillos que le daban por desahuciad­o. Bastaría un dato para dejar en ridículo a los antirramis­tas: el camero ha disputado todos los partidos partidos con el equipo parisino esta temporada. Once encuentros, encuentros, 895 minutos y un gol anotado. En esa eterna asignatura pendiente que es la Champions para los de Galtier ha estado sobre el terreno los 90 minutos en los dos encuentros disputados disputados en esta edición. Luis Enrique debería olvidar olvidar ya el incidente en el parón de seleccione­s de marzo de 2021, cuando implícitam­ente acusó acusó a SR4 de forzar más de la cuenta para sumar su internacio­nalidad 180. Y tener bien presente presente que, por mucho que los maledicent­es juren y perjuren que está acabado, su recuperaci­ón es total médica y futbolísti­camente y, en consecuenc­ia, consecuenc­ia, tan selecciona­ble es como el que más. Querido Luis Enrique, recuerda que rectificar rectificar es de sabios. Pues eso.

El central está dejando en evidencia a los que le daban por desahuciad­o»

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EUROPA PRESS Sergio Ramos, en un partido de esta temporada con el PSG
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