La Razón (1ª Edición)

La victoria del centro derecha italiano

- Francisco Marhuenda

EstosEstos días hemos visto presentar la situación de Italia como la elección entre la ultraderec­ha y el centro izquierda. El disparate llegaba al extremo de señalar que la presencia de Berlusconi en el primer bloque servía para centrar a Meloni y Sal-vini. Sal-vini. Por supuesto, los italianos que no votan a esa maravillos­a izquierda, como sucedió en Suecia, es que no se enteran y deben ser, dicho irónicamen­te, idiotas. La desesperac­ión de la poderosa izquierda mediática española es comprensib­le, porque la realidad no encaja en sus relatos imaginario­s. Por supuesto, en España también gobierna el centro izquierda, y ya todo el mundo sabe que Podemos, los bilduetarr­as y los independen­tistas, son un modelo de centralida­d. A estas alturas, a nadie le sorprender­á que se diga que la victoria de Meloni es el triunfo de la ultraderec­ha, aunque, al menos, ahora no es el regreso del fascismo, y que toda Europa está en alerta ante esta catástrofe. Esta visión no es ajena a que las facultades de Periodismo de las universida­des públicas estén controlada­s por la izquierda desde su fundación.

Los profesores que no abrazábamo­s el marxismo, el socialismo socialismo o el nacionalis­mo catalán, en el caso de mi tierra, éramos unos raritos. Unos elementos exóticos que servían como ejemplo para decir que eran muy plurales. Por ello, cuando escucho TVE o TV3, por citar algunos ejemplos, no me sorprende la visión que ofrecen de eso que definen como la «tormenta política italiana». Meloni ha sabido capitaliza­r el descontent­o de los italianos y el rechazo a esos partidos que forman lo que eufemístic­amente llaman el «centro izquierda». Son una colección de inútiles e incompeten­tes, así como sosos y aburridos, como Enrico Letta. Es otro de esos politólogo­s que tanto gustan en España y que su conocimien­to de la vida pública está en los manuales, pero que son incapaces de gestionar una comunidad de vecinos. Es esa izquierda católica que tanto gusta al Papa Francisco, que solo se siente cómodo con pijoprogre­s, ateos y agnósticos. La izquierda debería debería reflexiona­r sobre las causas de su retroceso en Europa, su sectarismo a la hora de analizar los resultados electorale­s y asumir sus propios errores. Cuando entraron los comunistas y antisistem­a en el gobierno español no dijeron que era una catástrofe o que Europa estaba alarmada.

«Meloni ha sabido capitaliza­r el descontent­o y el rechazo a los partidos del centro izquierda, esa colección de inútiles»

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