La Razón (1ª Edición)

Viaje a las islas de los dioses

► Más allá de las turísticas Mikonos, Santorini y Creta, Grecia invita al viajero a desconecta­r en un paraíso único

- Toni Bolaño.

En el mar Egeo y el Jónico hay unas 6.000 islas e islotes. Solo 227 están habitadas y guardan además de los secretos de la mitología griega, el paso de los romanos, los turcos, arcadios, persas o los venecianos. De todo esto, solo estoy seguro de que estas islas estuvieron pobladas pobladas por ninfas y dioses y diosas. En una de ellas, la mitología dice que el rey Minos mientras estaba en el rito del sacrificio de las gracias, tuvo conocimien­to de la muerte de su hijo pero continuó el rito. Nos hizo un favor, porque las gracias, gracias, las cárites en griego, siguen presentes en la isla: belleza, abundancia abundancia y júbilo.

Las islas griegas reciben cada año miles y miles de visitantes de todas partes del mundo, pero no todas las islas están explotadas masivament­e por la industria turística turística que este año en Grecia ha recuperado el pulso previo de la pandemia. Mikonos, Santorini o

Creta tienen un turismo masivo, pero islas como Paros siguen siendo siendo un paraíso digno de visitar. A Paros se puede llegar en avión y en barco. En barco se llega a Parikia, la capital, que es lo más parecido a un hervidero de gente y de caos circulator­io. En avión, de dos hélices, hélices, of course, se llega al pequeño aeropuerto –el de Mahón a su lado es de primerísim­a división–situado división–situado al sur de la isla cerca de la paradisíac­a paradisíac­a Aliky y al lado de Pounta donde se coge el transborda­dor para ir a la isla de Antiparos, que está apenas a un kilómetro y a la que se llega en siete minutos.

La zona es el paraíso de los practicant­es practicant­es del katesurfin­g por los vientos. No es que el aire, este año con rachas superiores a los 36 kilómetros kilómetros por hora y permanente, sea una anécdota, pero la isla con más de 118 calas de aguas azul turquesa y de una transparen­cia impresiona­nte da la oportunida­d de buscar cobijo de un fenómeno que es permanente en las islas los meses de julio y agosto.

En Paros es casi obligatori­o visitar visitar Kostos y Marathi y contemplar desde sus montañas donde se ubica ubica la antigua mina de mármol el atardecer y, sin duda Náousa, al norte de la isla, presidida por un imponente castillo veneciano y flanqueada por dos playas que hacen las delicias de jóvenes –por la tarde noche– y mayores el resto del día: Santa María al este y Monastiri Monastiri y Colimbithr­es al oeste.

La Venus de Milo

Desde la principal isla de las Cícladas Cícladas viajamos a Milos, la isla de la Venus de Milo. Mucha más pequeña pequeña que Paros es un remanso de paz y tranquilid­ad. Sus playas se sitúan al sur de la isla mientras que en el norte las calas rocosas hacen las delicias de los submarinis­tas, donde donde se encuentra Pollonia, un maravillos­o maravillos­o puerto de mar donde se pueden degustar las delicias del Mediterrán­eo. No hay que perderse perderse los maravillos­os atardecere­s en Tripity donde se encuentra el teatro teatro romano y las catacumbas.

Las islas del Egeo, la gran mayoría mayoría de ellas, son un paraíso por descubrir donde los turistas cargan cargan las pilas disfrutand­o de paisajes, paisajes, de una cocina mediterrán­ea (donde el pulpo que se seca al sol es un habitual de la mesa y mantel) y playas paradisíac­as. A diferencia de Atenas, la temperatur­a es mucho mucho más agradable y según qué días es aconsejabl­e una «rebequita» «rebequita» porque el viento enfría sustancial­mente sustancial­mente el termómetro. También, También, a diferencia de la capital, las islas están limpias y una evidencia de ello es la calidad de sus aguas.

Sin embargo, a pesar de la suciedad suciedad y de la degradació­n de Atenas siempre resulta un placer visitar la capital helénica. La Acrópolis y el barrio que la rodea con una sucesión sucesión interminab­le de tiendas de souvenirs y restaurant­es de todo tipo que alcanzan el Duomo de la Santísima Virgen en los aledaños de la Plaza Sintagma, donde el cambio de guardia y los pasos, simulando simulando a los de un caballo, de los guardias hacen las delicias de los visitantes.

En la plaza del Duomo sobresale sobresale un restaurant­e, de nombre el Barbounaki, que significa salmonete. salmonete. Uno de los pocos que tiene carta en español. Sin duda, muy recomendab­le. Grecia es, indudablem­ente, indudablem­ente, un viaje que hay que realizar porque no hay que perderse perderse las islas de los dioses.

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FOTOS: DREAMSTIME En Milos, bañado por el mar Egeo, las playas no están masificada­s
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Es un acierto disfrutar de la cocina mediterrán­ea junto al mar
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Típico puerto de las islas de Grecia

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