La Razón (1ª Edición)

Cuerpos en guerra

- Sergi SÁNCHEZ

En el cine de Claire Denis, el cuerpo es una interrupci­ón, una descarga eléctrica. Así las cosas, si esperamos un melodrama, tendremos una película bélica: es la guerra de los cuerpos, expresada desde sus emociones afines (los gritos, los llantos, las heridas) pero también desde las opuestas (las caricias animales, la cercanía fatal de los sentidos). En « Fuego», un triángulo amoroso se recompone sin preocupars­e de dónde viene ni hacia dónde va: a Claire Denis le importa el presente, nunca se ha mostrado demasiado interesada en dar explicacio­nes. El contexto mataría las pulsiones de sus personajes. Mataría la pasión de Sara (Juliette Binoche) al encontrars­e por casualidad en la calle con François (Grégoire Colin), y mataría los celos de su pareja, Jean (Vincent Lindon), despertado­s por esa relación retomada después de tantos años tras una traición que le cambió la vida. Las bruscas elipsis que divorcian los encuentros, encuentros, las mentiras y el dolor que se entrecruza­n en el camino de estos personajes nos pueden hacer dudar incluso de la temporalid­ad del relato, que se despliega entre disparos de diálogo y gestos del cuerpo que se contradice­n mutuamente, situándose en un espacio intermedio entre lo irracional y lo sensual. En una película tan centrípeta, tan encerrada en sí misma como esta, podría sorprender una subtrama como la del hijo de Jean, adolescent­e que vive con su abuela en Vitry, lejos de su madre, que se quedó en la Martinica. Por un lado, ese desvío, que puede leerse como un apunte nada desarrolla­do sobre el desarraigo de la juventud juventud en una cultura mestiza como la francesa, se ajusta a las preocupaci­ones del cine de Denis, tan atenta a los efectos del colonialis­mo, pero, por otro, desenfoca nuestra atención cuando la analizamos desde un punto de vista narrativo.

Es algo habitual en el cine de la directora de « Beau Travail» o «Un sol interior»: la digresión acentúa la sensación de discontinu­idad discontinu­idad que se trabaja desde el montaje, como si los desequilib­rios desequilib­rios a los que nos empuja la propia vida nos obligaran a salir de los límites que nos imponen las normas, los relojes, las agendas. En el cine de Claire Denis, y « Fuego» no es una excepción, la vida siempre gana.

Lo mejor

► Lo bien que Denis sigue abanderand­o su condición de lideresa del cine del cuerpo

Lo peor

► El desvío narrativo de la subtrama del hijo de Lindon despista un poco

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