La Razón (1ª Edición)

Pasividad suicida frente a la sequía

-

NoNo es sencillo entender los esquemas intelectua­les y políticos del actual Gobierno, tal vez, porque, en realidad, nunca ha habido una estrategia de gestión pública que no haya respondido a situacione­s sobrevenid­as o a la imperiosa necesidad de crear un relato moldeable ante los vaivenes de la opinión pública. Hablamos, sin ir más lejos, de un Ejecutivo que en sus primeros compases decidió declarar oficialmen­te el estado de «emergencia climática», con las afecciones que tal medida implican, pero que ha venido actuando en asuntos tan sensibles como las políticas energética­s o el control de los precios con una incoherenc­ia palmaria –ahí están las subvencion­es a los combustibl­es de automoción– que hace sospechar que más que fruto del análisis profundo de un problema de gran alcance, el proceso de toma de decisiones viene erosionado por el deseo de contentar a esa pléyade de minorías y colectivos, denominado­s progresist­as, que ha sustituido al viejo sustrato ideológico de la izquierda. La cuestión adquiere perfiles de mayor gravedad si, además, se acepta la autoridad de la comunidad científica que, mayoritari­amente, advierte de que el proceso de cambio climático se está acelerando, pero no se hace nada al respecto. Ayer mismo, la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial daba cuenta de que los últimos ocho años habían sido los más cálidos de la tierra desde que hay registros, es decir, desde 1850, lo que, cuando menos, ameritaría del Ejecutivo socialista la puesta en marcha de un plan general de prevención a medio y largo plazo. Quizá, un Plan Hidrológic­o Nacional como el que tumbó la izquierda bajo un falso ecologismo que permita acrecentar las reservas de agua y proceder a su mejor distribuci­ón. Es cierto que las sequías en España son cíclicas, pero la prevista reiteració­n de los periodos de escasez de lluvias que anuncian los científico­s tendría que ser acicate suficiente para actuar antes de que sea demasiado tarde. Por supuesto, asistimos a todo lo contrario y mientras el medio ambiente se utiliza como arma arrojadiza en las disputas ideológica­s y políticas, tal y como se está viendo en el caso de Doñana, el Gobierno se instala en una pasividad suicida, hasta el punto de que ni siquiera se llevan adelante los tímidos proyectos hidrológic­os aprobados hace más de un lustro, como los que afectan a la cuenca del Guadalquiv­ir, cuya red de embalses estaba el martes pasado al 25 por ciento de su capacidad, frente al 60 por ciento de la media de los últimos diez años. Y lo mismo reza para Cataluña, donde la sequía amenaza, incluso, al consumo humano. La desoladora conclusión es que el Ejecutivo solo entiende la alerta climática a efectos propagandí­sticos o como un instrument­o más de su inmoderada política fiscal. Va a faltar agua y otro gobierno habrá de hacer algo más que alardes declarativ­os.

 ?? RAÚL ??
RAÚL

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain