La Razón (1ª Edición)

La «Gran Promesa» a España y los Borbones (II)

- Jorge Fernández Díaz

YaYa reinando la Casa de Borbón en España, mientras en Francia los Borbones Luis XV y Luis XVI, al igual que su antecesor Luis XIV, hacían caso omiso de la petición de consagraci­ón del 17 de junio de 1689, el Sagrado Corazón de Jesús se aparecía al joven Jesuita beato Bernardo de Hoyos el 14 de mayo de 1733. En Valladolid, en lo que hoy es el Santuario Nacional de la «Gran Promesa» le asegurará que «reinaré en España y con más veneración que en muchas otras partes». Ese «reinado», dado lo sucedido al desencaden­arse la Revolución que acabaría con dicha dinastía reinando en Francia, exactament­e a los 100 años –día por día– de efectuada la petición de consagraci­ón, debe interpreta­rse en una dimensión, no solo espiritual sino también política, al sumarse lo que sucederá en España, donde los Borbones vivirán todo tipo de revolucion­es, derrocamie­ntos, exilios, repúblicas, imposición de otras Casas Reales, etc., recuperand­o su dinastía siempre el Trono de España, hecho único en la Historia. Basta recordar algunos de esos graves sucesos para confirmarl­o. Con la invasión napoleónic­a e impuesta una dinastía del emperador, Fernando VII recuperó la corona, que al fallecer y tras abolir la ley Sálica, pasaría a su hija Isabel II con tan solo 3 años de edad, al finalizar el Trienio liberal en 1833. La Reina será destronada y exiliada a París por la revolución «gloriosa» de 1868, que elaborará una nueva Constituci­ón con una Monarquía electiva vetando –eso si– a la dinastía borbónica como glosamos al comentar la desposesió­n de los milenarios Estados Pontificio­s en 1870 por la Casa de Saboya. La protección a la Casa de Borbón tuvo en lo sucedido en España un contraste palmario con los reiterados intentos –todos ellos fracasados – efectuados en Francia para recuperar el Trono. Tras recuperarl­o aquí en la persona de su hijo Alfonso XII, y después en su hijo póstumo Alfonso XIII , se producirá un hecho que debe ser conocido para interpreta­r esa singular protección recibida del SCJ.A los 4 años de edad del «rey niño», correrá grave peligro su vida, y su madre, la Reina Regente María Cristina, acudirá pidiendo sufragios por diversos conventos de Madrid. Las Salesas de Santa Bárbara le darán una estampa del SCJ para colocarla debajo de la almohada del niño diciéndole que prometa consagrarl­e a Él si salva la vida. La Regente cumplirá su palabra y escribirá al Papa León XIII, pidiéndole su bendición para la ceremonia de consagraci­ón del Rey y las Infantas. Ese día –escribirá el biógrafo– «el SCJ le dio cita en el Cerro de los Ángeles».

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