La discapacidad intelectual, una fuente de riqueza
► Con la apertura de un segundo restaurante en Madrid con trabajadores de este colectivo, la Fundación A LA PAR derriba muros para lograr la igualdad de oportunidades
LaLa incorporación social y laboral de las perso-nas perso-nas con discapacidad intelectual es todavía una de las mayores ba-rreras ba-rreras a las que se enfrenta este colectivo. Hoy en día, el 82% de ellas están desempleadas, pese a una circunstancia obvia: en muchas ocasiones superan las ganas y el rendimiento de los demás trabaja-dores. trabaja-dores. Para reducir desigualdades, trabajar por sus derechos y conse-guir conse-guir la igualdad de oportunidaes realiza su labor desde hace 75 años la Fundación A LA PAR, que es un referente en nuestro país.
Este proyecto se sustenta en cua-tro cua-tro generaciones de mujeres, ya que fue fundado por Carmen Par-do-valcarce, Par-do-valcarce, la bis-abuela bis-abuela de la actual presidenta, Almu-dena Almu-dena Martorell. En la fundación «cree-mos «cree-mos en el valor de la diversidad y en que el mundo será cada vez mejor en la me-dida me-dida en la que más personas partici-pen partici-pen en él», declara Martorell a LA RA-ZÓN. RA-ZÓN.
Una de las claves de esta entidad es que bajo esta filoso-fía filoso-fía ofrece diferentes recursos, y los adap-ta adap-ta a las necesidades de las personas a las que presta servicio, desde las etapas tempranas de su formación hasta su incorporación al mercado laboral.
Así, todo comien-za comien-za en el Colegio de Educación Espe-cial, Espe-cial, un centro con-certado con-certado que atiende a más de 200 alum-nos alum-nos cada año con discapacidad inte-lectual inte-lectual ligera o mo-derada mo-derada desde los 12 a los 21 años. Las actividades se realizan en grupos pequeños, de ocho alumnos como máximo, y cuentan con el apoyo de profesores especializados, psicólogos, psicólogos, orientadores laborales y trabajador trabajador social.
Terminada la formación obligatoria, obligatoria, muchos de los jóvenes pueden pueden y quieren trabajar. Por ello se creó el proyecto Campus, que prepara prepara a los chicos de entre 18 y 25 años para su inserción socio-laboral. socio-laboral. Tras ello, pueden acceder a la Oficina de Empleo, que tiene como objetivo «incrementar la empleabilidad, empleabilidad, y que coloca a una media de 100 trabajadores al año en puestos de trabajo en la empresa ordinaria», ordinaria», señala Almudena Martorell.
«El mercado laboral es una de las llaves de participación en nuestra sociedad», explica, «primero, porque porque es un lugar de crecimiento personal y encuentro, encuentro, pero además ese empleo te da acceso acceso a la independencia independencia económica, que conlleva poder alquilarte una casa, invitar a unas cervezas cervezas a tus amigos, reservar una pista de tenis para practicar practicar deporte y, sobre todo, no depender económicamente de nadie, que es la clave para no estar alineado y controlar las riendas de tu vida y libertad».
Aunque tradicionalmente tradicionalmente las personas personas con discapacidad discapacidad intelectual estaban encasilladas encasilladas en trabajos manuales manuales y repetitivos, hoy en día esta limitación limitación se va superando. superando. Por ejemplo, en A LA PAR cuentan cuentan con asistentes en tienda, hostelería hostelería (en este momento momento ya cuentan con dos franquicias de restaurantes Rodilla Rodilla en Madrid en las que trabajan casi 30 personas), limpieza o digitalización digitalización documental.
Almudena recuerda que la oficina oficina central de comunicaciones del Gobierno británico, más conocida conocida como GCHQ –que trabaja con otras organizaciones de inteligencia inteligencia como MI5, MI6 y la policía– lleva lleva cerca de 20 años empleando a personas neurodivergentes.
Martorell destaca asismismo la ejemplar conquista de derechos de este colectivo, como el derecho al voto, pero también han dejado atrás la incapacitación legal, están conquistando el empleo, o la vida en pareja, «y todo ello lo hacen con una sonrisa, con el cariño por bandera bandera y, por supuesto, haciendo mejor cada terrirorio que alcanzan», alcanzan», concluye la presidenta de A LA PAR.
Habría infinidad de ejemplos que reflejan la labor de la fundación, fundación, pero LA RAZÓN ha podido hablar con dos protagonistas muy especiales, María y Sergio, para que cuenten de primera mano cómo ha sido su experiencia.
Sergio Martín, de 48 años, lleva 20 años a bordo de este proyecto. Su labor ha sido intensa durante este tiempo: ha trabajado con flores, flores, ha hecho tartas de chuches, hizo un curso de jardinería y tiene además otro de manipulador de alimentos. Gracias a ello trabaja en el segundo restaurante de Rodilla que la entidad ha abierto recientemente recientemente en Madrid: « El primer día
La Oficina de Empleo coloca a una media de 100 trabajadores al año en puestos de la empresa ordinaria
«Si alguien necesita ayuda, yo siempre ayudo a los demás», declara Sergio a LA RAZÓN
no sabía hacer nada, pero poco a poco, con la ayuda de los compañeros, compañeros, los monitores, los jefes... fui aprendiendo cositas», afirma.
En cuanto hablas con Sergio te das cuenta rápidamente de su amabilidad, su educación y su disposición. disposición. «La fundación y los jefes están contentos conmigo, y yo con ellos», confirma, pero sobre todo destaca la relación con sus compañeros: compañeros: «Con ellos fenomenal» y con los encargados, porque le han dado pautas que le han ayudado en su labor. Por eso, no duda en corresponder: corresponder: «Si alguien necesita ayuda, yo siempre ayudo a los demás».
Para Sergio «trabajar es importante», importante», pero también es muy activo en su tiempo libre. Toca la guitarra, canta en el coro de su parroquia, y asiste a clases en una academia de baile. Sobre lo que va a hacer en un futuro, prefiere no realizar planes. planes. « No lo he pensado aún, pero quiero hacer muchas más cosas», asegura.
Nuestra otra protagonista es María Fernández. A sus 33 años puede presumir de haber pasado por muchos de los recursos que ofrece A LA PAR. Tras hacer la FP en gestión administrativa de grado medio, su profesora la recomendó la fundación para buscar trabajo. Contactó con la oficina de empleo, y empezó a hacer cursos preparatorios preparatorios para un primer empleo. Y a partir de ahí todo ha sido un no parar: en una ludoteca con niños, de auxiliar administrativa, de camarera camarera y de azafata de eventos. «Me gusta mucho trabajar con niños, niños, y tratar con gente, la atención al público. También trabajar en una empresa, el trato con el cliente...». «Actualmente, estoy en el servicio de oposiciones de la fundación, llevo tres años trabajando en el Ministerio Ministerio de Politica Territorial, de las 97 plazas que había en Madrid quedé la numero 23, estoy muy contenta». Ahora, a la vez que trabajo trabajo en el Ministerio por las tardes estudia dos oposiciones para el Ayuntamiento de Madrid.
«Me considero una persona que lucha por sus objetivos, que no para hasta conseguirlos, con mucha mucha iniciativa, muy responsable y que le gusta ayudar a los demás». Además de todo eso, desborda simpatía.
Pero la Fundación la ayuda también también en su tiempo libre, porque pertenece al club de ocio. María cuenta que antes no tenía un grupo grupo de amigos con los que salir, «estaba siempre con mis padres». Gracias al club «realizamos muchas muchas actividades, dos sábados al mes hacemos salidas. Y en agosto nos vamos de viaje. En agosto del año pasado pasado estuvimos en los Alcázares (Murcia). Era la primera primera vez que salía sin mis padres, me lo pasé súper bien, y me quería quedar otra semana más. Y para este verano estoy esperando ya que saquen los destinos», se ríe.