El «momento Demóstenes»
AmediadosAmediados de noviembre cier-tos cier-tos medios de comunicación españoles se hicieron eco de la llamada de atención de un grupo de investigadores de think tanks que habían unido sus voces para proclamar que Europa vivía su «momento Demóstenes» en relación con la guerra de Ucrania. El llamamiento, dirigido a los ciu-dadanos ciu-dadanos europeos y sus gobernantes, pre-tendía pre-tendía concienciar de la necesidad de man-tener man-tener el apoyo militar al ejército ucraniano, ya que renunciar a su defensa frente a Rusia para poner fin a la guerra bajo determinadas concesiones situaría al viejo continente en una situación de permanen-te permanen-te inseguridad.
Los firmantes sostie-nen sostie-nen que renunciar al baluarte ucraniano de-bilitaría de-bilitaría a Europa por la pérdida de confianza entre los Estados miem-bros miem-bros y la situaría a los pies de un imperio en-valentonado, en-valentonado, que cons-tataría cons-tataría su política de fortalecimiento me-diante me-diante la agresión. Se-gún Se-gún el manifiesto, el continente tiene recur-sos recur-sos suficientes para ha-cer ha-cer frente a la amenaza, pero es necesaria una mayor determinación, pues si no se hace el es-fuerzo es-fuerzo hoy, tendrá que hacerse mañana y, se-guramente, se-guramente, en peores condiciones. De pro-longarse pro-longarse esta situación, se habría perdido un tiempo fundamental para consolidar la po-sición po-sición del viejo continente pues la fuerza de Rusia reside, en gran medida, en la indeci-sión indeci-sión de Europa.
Estos investigadores no han dudado en utilizar un símil histórico para ilustrar su vi-sión vi-sión de los acontecimientos: la resistencia de Demóstenes frente al inexorable avance de Filipo de Macedonia contra Grecia. El orador ático lideró un amplio sector de la opinión pública ateniense que proclamaba la necesidad de hacer frente a la amenaza que representaba el rey argéada. No es la primera vez que se ha recurrido a este remo-to remo-to momento de nuestro pasado. Adela Ma-rion Ma-rion Adam, profesora de clásicas en Cam-bridge, Cam-bridge, planteó el mismo ejercicio en 1941. En esta ocasión el símil presentaba a Filipo como Hitler y a Demóstenes como Churchi-ll, Churchi-ll, al que consideraba el gran antagonista del nazismo.
En efecto, los argumentos esgrimidos por este prestigioso grupo de analistas recuerdan los hilos argumentales básicos de la estrategia estrategia oratoria de Demóstenes. De la extensa obra que hemos conservado del político ateniense ateniense destacan, fundamentalmente, dos grupos de discursos: los que consagró a la defensa de Olinto, conocidos como Olínticas, Olínticas, y sus célebres Filípicas. En ambos casos, el rey macedonio era el centro de una intensa intensa actividad propagandística basada en tres argumentos básicos: el primero, que no era un enemigo imbatible, pues sus méritos eran achacables a los errores cometidos por Atenas Atenas y no a sus virtudes; el segundo, que la estrategia adecuada para derrotarle no podría podría basarse en la defensa pasiva de sus posiciones, posiciones, sino en la constitución de un ejército ejército permanente que llevara la guerra a su territorio y, tercero, que la ciudad tenía recursos recursos suficientes para la defensa si se recurría recurría a los fondos del teórico, la partida destinada destinada a financiar los espectáculos teatrales.
Pero como toda comparación de acontecimientos acontecimientos tan distantes, la realidad resultaba ser mucho más compleja que el hipotético modelo de resistencia de las libertades frente frente a la tiranía. Demóstenes, que decía hablar en el nombre de todos los griegos, no parecía percatarse del desgaste del modelo de las poleis, que se encontraba en pleno colapso por sus propios errores. Desde la guerra contra contra los persas, los griegos se habían sumido en luchas intestinas por la hegemonía, lo que acabó debilitando a las potencias que se sucedían sucedían en el liderazgo de la Hélade. Atenas cedió el testigo a Esparta tras la Guerra del Peloponeso, los lacedemonios hicieron lo propio con Tebas después de Leuctra y Mantinea Mantinea y Tebas provocaría la irrupción de los fodicios con su política intransigente. Como señaló Justino en el Epítome de las historias filípicas de Pompeyo Trogo: «mientras cada uno de los estados griegos deseaba ostentar la hegemonía, todos perdieron su soberanía» (VIII, 1).
Cegado por el espejismo de una Atenas hegemónica, Demóstenes recurrió a una política de confrontación permanente contra contra un enemigo que había demostrado ser superior en el campo de batalla. Su estilo vehemente e hiperbólico acudía a la manipulación manipulación y la tergiversación de los acontecimientos acontecimientos cuando lo estimaba necesario para sus intereses. Su único objetivo era la guerra, desestimando para ello cualquier oferta de
Debemos ser cautelosos a la hora de establecer paralelismos
diálogo. En efecto, Filipo mostró en varias ocasiones una buena disposición para la negociación, negociación, pues Atenas era un estado estratégico estratégico para sus intereses. La infatigable labor política y diplomática de Demóstenes consiguió consiguió reunir una alianza de estados griegos, algunos de ellos antiguos enemigos, con el propósito de presentar batalla. La consecuencia consecuencia de su política temeraria fue el ocaso definitivo del mundo que defendía con su apasionada oratoria.
La historia es nuestra memoria colectiva, la referencia indispensable para comprender nuestro presente, pero debemos ser cautelosos cautelosos a la hora de establecer paralelismos, especialmente especialmente si para la elección de referentes los aislamos de la complejidad de su contexto.