La Razón (1ª Edición)

Cataluña avanza hacia el bloqueo

- Sergi Sol

CataluñaCa­taluña se encamina a una repetición electoral si se con-rman con-rman los datos que apuntan las encuestas. Sería la primera ocasión en que se daría ese supuesto desde 1980, fecha de las primeras elecciones catalanas que entronizar­on a Jor-di Jor-di Pujol. Mucho ha llovido desde entonces. Pero mientras en Euskadi nadie duda ya que PNV y PSE repetirán fórmula de Gobierno, ni ERC ni Puigdemont están por la labor de investir a Salvador Illa que, sin lugar a dudas, es el favorito puesto que lidera las encuestas de forma clara a quince días para las eleccio-nes. eleccio-nes. Lo que obligaría a Illa a lograr el apoyo, a la par, de partidos como Comuns y Vox. Además del PP. Siempre que se conrma-ra conrma-ra que el independen­tismo pierde la ma-yoría ma-yoría absoluta. Lo que hoy parece probable pero no seguro a tenor de algunas encues-tas. encues-tas. De ser así sería la primera ocasión en que ocurre desde 2015, fecha en que se concretó la apuesta independen­tista –sú-bitamente –sú-bitamente sobrevenid­a– del partido que para entonces lideraba Mas.

Si complicado es que esa ecuación su-mara, su-mara, el resto de fórmulas –con alguna salvedad– son igual de enrevesada­s.

Carles Puigdemont y su candidatur­a mesiánica jamás darán su apoyo a Pere Aragonès, caso que la CUP también estu-viera estu-viera por la labor. Que tampoco parece el caso. Carles Puigdemont ya vivió con amargura, en 2021, aupar a Aragonès a la Presidenci­a de la Generalita­t. Dolido por el resultado adverso –lideró la candidatur­a pese a no participar en las primarias que ganó Laura Borràs– dejó la negociació­n en manos del secretario general de Junts, Jordi Sánchez, que negoció personalme­nte un acuerdo con Aragonès en el tiempo de des-cuento. des-cuento. La apuesta le costó la cabeza a Sán-chez. Sán-chez. Borràs se lanzó desde el primer minu-to minu-to y desde la Presidenci­a del Parlament a liderar la oposición al Govern del que parti-cipaba parti-cipaba al 50 por ciento su partido. De hecho Borràs ya había dicho en campaña que si de ella dependía Aragonès se iba a quedar en la estacada. O sea, que no iba a investir a Ara-gonès. Ara-gonès. Y, por su parte, un Puigdemont des-airado des-airado que no supo digerir el resultado ad-verso, ad-verso, no cesó hasta provocar la salida de Junts tras urdir una moción de censura en-cubierta en-cubierta proponiend­o de sopetón una mo-ción mo-ción de conanza. Que sólo tenía un propó-sito: propó-sito: provocar la caída del Gobierno que presidía Aragonès. Sin más. Puigdemont no puede con ERC, no los traga. Les ha puesto la cruz. Incluso escribió un doble volumen en Waterloo, como si se tratará de un compendio compendio de reproches, que es libelo antierc.

El odio africano de Puigdemont a ERC –y en particular a Oriol Junqueras– no sólo no ha menguado si no que se ha intensicado paradójica­mente tras apuntarse a la senda negociador­a de ERC. Al punto que se revela inviable que Puigdemont diese su apoyo a Aragonès. Antes haría lo indecible para provocar provocar la repetición electoral recuperand­o propuestas maximalist­as como pretexto. Incluso intentaría una suerte de entente con Illa, aunque tampoco tenga de entrada viabilidad. viabilidad.

En ERC están más que hartos de Puigdemont Puigdemont que es quien ordena y manda en Junts sin contrapeso alguno. De sus constantes invectivas y desaires. Pero, en cambio, no se puede descartar que dieran su brazo a torcer. torcer. Así lo demuestran los antecedent­es. ERC ha hecho presidente a Pujol, Maragall, Montilla, Puigdemont y Torra. Sin demasiados demasiados aspaviento­s. Con planteamie­ntos siempre siempre pragmático­s. Con lo que acorde con su actitud a lo largo de los últimos cuarenta años no es descabella­do creer que en última instancia diera sus votos a Puigdemont aunque aunque pudiera haber, en esa tesitura, quien propusiera un nuevo tripartito. Pero esa es una posibilida­d que cuenta, hoy por hoy, con un apoyo muy minoritari­o en la dirección dirección de ERC. Illa no es Maragall ni Montilla. Nadie se lo imagina emulando al cordobés Montilla cuando este le soltó a Zapatero «te queremos mucho pero queremos más a Cataluña». Ese PSC ni está ni se le espera. Sin olvidar que fueron los Comunes los que forzaron la convocator­ia electoral para disgusto disgusto de Pedro Sánchez.

El resto de candidatos no tienen posibilida­d posibilida­d alguna. Aunque sí podrían aspirar a ser determinan­tes caso de que aritmética­mente aritmética­mente fueran imprescind­ibles. Como ya ocurriera ocurriera en el Ayuntamien­to de Barcelona. Los concejales del PP privaron a Trias de la Alcaldía Alcaldía y se la dieron a Collboni (PSC). También También ese lleva siendo el papel de la CUP desde desde 2016. El de bisagra. Sus votos permitiero­n que las últimas legislatur­as echaran a rodar aunque se hayan cobrado piezas como la cabeza de Artur Mas al que mandaron a la «papelera de la historia».

El popular Alejandro Fernández es otro de los nombres del momento. Y el candidato que más dudas generaba. Son conocidos sus encontrona­zos con Feijóo. Todo apunta a que el PP dejará de ser el farolillo rojo del Parlament tras dos legislatur­as. No por el tirón de Fernández si no por el buen momento momento de las siglas. La desaparici­ón de Ciudadanos, Ciudadanos, ahora con seis diputados frente a los tres del PP, se da por archisegur­a. El grueso de esos votos antaño naranjas serán mayormente mayormente para el PP. Como los que apunta la demoscopia va a perder Vox también en favor favor del PP. Lo que ya no está nada claro es si el PP va a ser capaz de atraer a los votantes socialista­s catalanes en desacuerdo con la amnistía que suman cerca del 40 por ciento de su electorado. Las encuestas no re¡ejan por ahora que eso pudiera suceder más allá de un modesto pellizco.

¿Y cómo impactaría una repetición electoral electoral en la estabilida­d del Gobierno de Pedro Sánchez? Pues sin duda que para mal. O e bien según se mire. Ya ha dado al traste con los presupuest­os con un efecto rebote. En tan sólo un mes, los de Yolanda Díaz se han cargado consecutiv­amente los de Cataluña, Barcelona y España. No está nada mal. No se andan con chiquitas. Si para más inri se conrmara que el resultado electoral en Cataluña Cataluña da pie a un bloqueo institucio­nal, no hay duda que iba a complicar aún más la entente de la mayoría parlamenta­ria que sustenta a Pedro Sánchez en La Moncloa.

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