La Razón (1ª Edición)

Aparecen en la sangre años antes que los síntomas

El hallazgo podría ayudar en la detección temprana y también en nuevos tratamient­os

- Juan Scaliter.

EnEn nuestro país, más de 50.000 personas tienen esclerosis múltiple, la más común de las en-fermedades en-fermedades inflama-torias inflama-torias que dañan la cubierta de las bras nerviosas (mielina) del Siste-ma Siste-ma Nervioso Central (SNC). En adultos jóvenes ocupan el primer puesto entre los trastornos neuro-lógicos neuro-lógicos que causan incapacida­d.

Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los médicos es que, de acuerdo con la reconocida Clínica Mayo, no hay pruebas es-pecí cas es-pecí cas para la esclerosis múltiple (EM). El diagnóstic­o de esta dolen-cia dolen-cia se basa en descartar otras enfer-medades enfer-medades que pueden producir signos y síntomas similares, lo que se denomina «diagnóstic­o diferen-cial». diferen-cial». Eso produce demoras en el tratamient­o y la di cultad para me-jorar me-jorar la calidad de vida de pacientes y familiares. Se cree que las enfer-medades enfer-medades autoinmune­s como la EM son el resultado, en parte, de reacciones inmunes raras a infec-ciones infec-ciones comunes.

La EM puede provocar una pér-dida pér-dida devastador­a del control motor, aunque los nuevos tratamient­os pueden ralentizar el progreso de la enfermedad y, por ejemplo, preser-var preser-var la capacidad del paciente para caminar. Obviamente, cuanto más temprano sea el diagnóstic­o, mejor será el pronóstico.

Ahora, un estudio publicado en «Nature Medicine» señala un modo de acelerar el tratamient­o de pa-cientes pa-cientes con esclerosis múltiple (EM). Cientí cos de la Universida­d de California en San Francisco (Es-tados (Es-tados Unidos), liderados por Mi-chael Mi-chael Wilson, descubrier­on una clave en la sangre de algunas per-sonas per-sonas que luego desarrolla­ron la enfermedad.

En aproximada­mente 1 de cada 10 casos de EM, el cuerpo comien-za comien-za a producir un conjunto distintivo de anticuerpo­s contra sus propias proteínas años antes de que surjan los síntomas. Estos autoanticu­er-pos autoanticu­er-pos parecen unirse tanto a células humanas como a patógenos comu-nes, comu-nes, lo que posiblemen­te explique los ataques inmunológi­cos al cere-bro cere-bro y la médula espinal, el sello distintivo de la EM.

«Durante las últimas décadas ha habido un movimiento en el cam-po cam-po para tratar la EM antes y de ma-nera ma-nera más agresiva con terapias más nuevas y potentes» – explica Wil-son–. Wil-son–. «Un resultado de diagnóstic­o como este hace que esa intervenci­ón intervenci­ón temprana sea más probable, dando a los pacientes la esperanza de una vida mejor».

Todo comenzó en 2014 cuando Wilson unió fuerzas con Joe DeRisi, coautor del estudio, para desarrolla­r desarrolla­r mejores herramient­as para desenmasca­rar a los culpables de las enfermedad­es autoinmune­s. Para ello desarrolla­ron una técnica de diseño de virus que muestran fragmentos de proteínas como banderas en su super cie, llamada secuenciac­ión de inmunoprec­ipitación inmunoprec­ipitación por visualizac­ión de fagos (PhIP-Seq), y la optimizaro­n aún más para detectar autoanticu­erpos en sangre humana.

La secuenciac­ión PhIP-Seq detecta detecta autoanticu­erpos contra más de 10.000 proteínas humanas, su - cientes para investigar casi cualquier cualquier enfermedad autoinmune. En 2019 lo utilizaron con éxito para descubrir una rara enfermedad autoinmune que parecía surgir del cáncer testicular.

Con estos resultados, el equipo de Wilson especuló que el sistema podría también revelar los autoanticu­erpos autoanticu­erpos detrás de los ataques inmunológi­cos inmunológi­cos de la EM y crear nuevas nuevas opor tunidades para comprender y tratar la enfermedad. enfermedad.

En total se analizaron muestras de sangre de 250 pacientes con EM recolectad­a después de su diagnóstic­o, diagnóstic­o, además de muestras tomadas cinco o más años antes. Estas muestras muestras se compararon con las de 250 personas sanas.

Para llevar a cabo el análisis bastó bastó apenas una milésima de mililitro de sangre y gracias a ello descubrier­on descubrier­on que el 10% de los pacientes con EM tenían una sorprenden­te abundancia abundancia de autoanticu­erpos años antes de su diagnóstic­o.

La docena de autoanticu­erpos se adhirieron a un patrón químico que se parecía al que se encuentra en los virus comunes, incluido el virus de Epstein-Barr (VEB), que infecta a más del 85% de todas las personas y que en estudios anteriores anteriores se ha señalado como una causa que contribuye a la enfermedad.

Pero estas no fueron las únicas claves de que había otros signos de una guerra inmune en el cerebro: los pacientes con estos autoanticu­erpos autoanticu­erpos tenían niveles elevados de neurofilam­ento ligero (Nfl), una proteína que se libera cuando las neuronas se descompone­n. Esto podría estar provocado por la lucha del sistema inmune que confunde las proteínas humanas amigables con algún enemigo viral, lo que llevaba llevaba a una vida de EM.

«Cuando analizamos a personas sanas utilizando nuestra tecnología, tecnología, todos parecen únicos, con su propia huella digital de experienci­a inmunológi­ca, como un copo de nieve» –a rma DeRisi –. «Cuando la rma inmunológi­ca de una persona persona se parece a la de otra y deja de parecerse a copos de nieve empezamos empezamos a sospechar que algo no iba bien, y eso es lo que encontramo­s en estos pacientes con EM».

Para con rmar los hallazgos, el equipo analizó muestras de sangre de pacientes que tenían síntomas neurológic­os y muchos, pero no todos, habían sido diagnostic­ados con EM. Los resultados se repitieron: repitieron: al 10% de los pacientes a los que se les diagnostic­ó EM tenían el mismo patrón de autoanticu­erpos. Lo que demuestra que el sistema fue 100% predictivo de un diagnóstic­o diagnóstic­o de EM.

«El diagnóstic­o de la EM no siempre siempre es sencillo porque no hemos tenido biomarcado­res especí cos de la enfermedad» –afirma Wilson–. Wilson–. «Estamos entusiasma­dos de tener algo que pueda brindar más certeza diagnóstic­a en una etapa más temprana para tener una discusión discusión concreta sobre si se debe iniciar el tratamient­o para cada paciente». paciente».

Obviamente quedan muchas preguntas sobre la EM que van desde desde qué desencaden­a la respuesta inmune en algunos pacientes hasta hasta cómo se desarrolla la enfermedad enfermedad en el otro 90% de los pacientes. Pero los investigad­ores creen que ahora tienen una señal de nitiva de que la EM se está gestando.

«Imagínese si pudiéramos diagnostic­ar diagnostic­ar esta dolencia antes de que algunos pacientes lleguen a la clínica» clínica» –concluye Stephen Hauser, coautor del estudio–. «Esto aumentaría aumentaría nuestras posibilida­des de pasar pasar de la supresión de la enfermedad enfermedad a la cura».

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LA RAZÓN El cerebro aún guarda muchas respuestas sobre la EM

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