La Razón (1ª Edición)

Los 50 de Penélope: el encanto de la izquierda exquisita

▶ A medida que va cumpliendo años, la actriz responde más a esa burguesía bohemia de la que cada vez asoma menos izquierdis­mo y más caviar

- Marian Benito.

DemaDema s i a d o dulce empa-laga empa-laga y Pe-nélope Pe-nélope Cruz acabará el día empachada de felicitaci­o-nes felicitaci­o-nes bien azucaradas con motivo de esos espléndi-dos espléndi-dos 50 años que cumple hoy. Le sobran razones para decir que sobrepasar los 50 es «algo grande y bo-nito», bo-nito», como ha reconocido en alguna entrevista previa a esta fecha. Es una de nuestras actrices más in-ternaciona­les in-ternaciona­les y, además de amigos generosos en hala-gos, hala-gos, tiene trabajo, belleza, dos hijos a los que protege del ojo público y un mari-do, mari-do, Javier Bardem, que le canta y baila mientras pre-para pre-para la cena.

Quizá sea cosa de una mente sofocada, pero con sus pa-labras pa-labras la actriz parece querer dar-le dar-le una capa de lustre a aquellas lejanas escenas de «Jamón, Ja-món», Ja-món», la película de Bigas Luna con la que esta pareja logró que el deseo desprendie­ra olor a comida casera. Entonces eran cercanos y celebraban el sexo en cualquier descampado. Hoy, si hubiera ja-món, ja-món, sería pata negra, a la altura de uno de esos vestidos que han hecho que Penélope se olvide de aquel icónico vestidito rojo de me-nos me-nos de 10 euros. Hablamos, por ejemplo, del Chanel que lució en la última gala de los Premios Goya, una icónica pieza con un bordado que necesitó más de 1.200 horas de trabajo. Arrasó, claro, casi como cualquier otra actriz que lo hubie-se hubie-se paseado por la alfombra roja.

Hoy Penélope no admite otra pareja estilístic­a que no sea Chanel. Chanel. En su reciente visita a « El Hormiguero» Hormiguero» se apañó con un diseño de 10.000 euros. Aclaremos que la actriz es imagen de la marca, pero eso no descarta que esté al alcance de su bolsillo. Celebrity net worth, una plataforma especializ­ada en el cálculo de la fortuna de las celebridad­es, celebridad­es, ha tasado su patrimonio neto en unos 85 millones de dólares, dólares, una cantidad, sin embargo, desmentida por el entorno de la actriz. Su mansión en una de las urbanizaci­ones más lujosas de Madrid, diseñada, por cierto, por Joaquín Torres, estaría valorada en un buen puñado de millones de euros. Y no es su única propiedad. propiedad.

A su caché como actriz hay que sumarle los ingresos ingresos que recibe por sus patrocinio­s. patrocinio­s. Además de embajadora embajadora de Chanel, ha prestado su imagen a numerosas numerosas firmas, algunas muy conocidas, como Lancôme, Lancôme, L’Oréal, Ralph Lauren Lauren y la aerolínea Emirates. La mención de esta última nos lleva a un terreno farragoso farragoso e incómodo tanto para ella como para Bardem, acostumbra­dos a caracteriz­arse caracteriz­arse de activistas en la lucha lucha contra el cambio climático climático y otras causas. Son cosas que no pasan desapercib­idas, desapercib­idas, sobre todo en las redes sociales, donde hasta el amigo más ™el puede puede cantarles las cuarenta bajo el anonimato. Es difícil comprender que un día se mani™esten por el cuidado del planeta y al siguiente reconozcan reconozcan que han viajado con esa línea «durante muchos años», siendo parte de algunos de los viajes más especiales de su vida.

Por cada crítica, la actriz replica contando una donación o labor humanitari­a, de esas que suelen llevar aparejado algún incentivo ™scal, aunque este dato no lo citen. Por otra parte, sería más elegante hacer el bien en silencio, sin que su mano izquierda sepa lo que hace la derecha. Si el satírico Tom Wolfe saliese de su tumba con su traje de tres piezas hecho a medida y el pañuelo brillante asomando en el bolsillo a la altura del pecho, no sería para batirse en duelo estilístic­o estilístic­o con Penélope, sino para anotarla en esa «izquierda exquisita» exquisita» que él desarrolló en 1966.

Al autor le inspiró un grupo de artistas, políticos e intelectua­les que promovían la lucha de clases mientras brindaban con el mejor champán importado de Burdeos y alardeando de trajes de 30.000 dólares o del chófer que esperaba en su Porsche último modelo. También Penélope se pasea por los platós vestida de Chanel y, desde desde su posición aventajada, reexiona reexiona sus nobles ideales y cavila cavila sobre las miserias lejanas cayendo en la emoción facilonga, mirando hacia atrás con ternura infantil y comparando cualquier drama con los suyos propios. Le molesta el pepito grillo que sale a su encuentro, sin darse cuenta de que todo ello está acreditado en televisión.

El compromiso «cool»

Desde aquel agitado ¡Pedro! con el que se aupó a los altares de Hollywood, Hollywood, la actriz y su troupe, incluido incluido su marido, son el mejor exponente de la llamada izquierda caviar, una versión patria de la izquierda izquierda exquisita de Wolfe. Pijos de barrio que van de currelas, pero no se ponen de parte del ganadero que pisa estiércol ni salen en defensa defensa del campo sumándose a las tractorada­s. Su izquierdis­mo es más «cool», más cultureta, más de performanc­e contestari­a.

Esta izquierda caviar dominante dominante y moralmente superior (o esa es su pretensión) lleva a sus hijos a colegios católicos, privados y trilingües. trilingües. Monta el picnic sobre moqueta moqueta y poliniza su discurso, su forma de ser alternativ­a, sus inquietude­s inquietude­s ideológica­s, porque sentirse jaleados les aporta un extraordin­ario extraordin­ario sentimient­o de seguridad. De eso va la izquierda exquisita y su mejor embajadora es esta hija predilecta del cine que hoy estrena década. Va de jugar con la política pisando suelo minado, minado, como hizo Bardem en 2014, cuando ™rmó un mani™esto con ataques brutales a Israel por el que tuvo que recti™car. De cambiar el ™nal de los cuentos. De defender el tratamient­o ético de los animales animales y la lucha contra las pieles colgando colgando del brazo un bolso de piel de ternera que nunca llegará a vaca. De viajar a la Antártida para promover la creación de santuarios santuarios marinos que protejan la biodiversi­dad, biodiversi­dad, mientras la esposa promociona cruceros que contaminan contaminan lo mismo que 100 millones de coches. De todo eso va Penélope Penélope Cruz, aunque, más que izquierda, izquierda, solo vemos ya el caviar. Pero que nadie le rechiste.

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AP / EFE
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El matrimonio Bardem Cruz, en los Oscar de 2022
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En los Goya, con un vestido de 1.260 horas de trabajo

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