La imparcialidad
Resulta chocante, cuando no desasosegante, escuchar que existen asociaciones progresistas y conservadoras de jueces y fiscales
LoLo ideal, lo que todo el mundo espera del sis-tema sis-tema judicial, es que sea lo más imparcial posible. Por eso, para el usuario de ese sistema, resulta un poco chocante, cuando no des-asosegante, des-asosegante, escuchar que existen asociaciones progresistas de jue-ces jue-ces o scales y otras conservado-ras conservado-ras del mismo tipo. La ideologiza-ción ideologiza-ción cabría desear que no fuera punto de partida para ese tipo de tareas.
Por supuesto, no somos niños y conocemos que todo ser humano transporta en su cerebro un inevi-table inevi-table corpus personal de puntos de vista y de ideas preconcebidas. No existe el ser humano química-mente química-mente puro en el nivel de los pre-juicios pre-juicios y quien piense que no los tiene es un cándido. Pero, que es-tos es-tos se pongan en primer plano como punto de partida ontológi-co, ontológi-co, por de nición, da que pensar si a quien los escoja no le provoca-rán provoca-rán ciertas limitaciones.
Lo que sí parece fácilmente de-ducible, de-ducible, contemplando la historia de la humanidad, es que cuando se decide acogerse grupalmente de entrada a una identidad preconcebida, preconcebida, los choques entre diversas diversas facciones suelen ser más frecuentes y con peores consecuencias. consecuencias. Las guerras civiles suelen suelen darse cuando el ejército de un país se divide en dos bandos que se consideran a sí mismos irreconciliables. irreconciliables. Cuando una armada está unida, las soluciones para su país podrán ser mejores o peores, justas justas o injustas, reversibles o mineralizadas, mineralizadas, pero no terminan en una destrucción absoluta.
Las guerras profesionales suelen suelen desarrollar patrones parecidos. parecidos. Su característica más destructiva destructiva es que lo primero que provocan es minar el prestigio público de la profesión. Hace poco escuché afirmar convencida a una amiga que la profesión de juez era una posición prácticamente hereditaria hereditaria que había quedado casi poco menos que delimitada por ventajas ventajas sociales. Por supuesto, se trataba trataba de una persona alejada de cualquier cualquier contacto directo con el mundo de la judicatura y lo desconocía desconocía por completo. Pero me sorprendió sorprendió que fuera tan vulnerable a ese tipo de bulos y desinformaciones, desinformaciones, que gustan de jugar frívolamente frívolamente con convertir en estereotipos estereotipos andantes, simplistas y rupestres, a cosas mucho más complejas. Lo preocupante es que era una persona de cultura media e inquietudes juveniles que, lamentablemente, lamentablemente, arrastrada por la falta de tiempo de criar sola dos hijas y de mantenerse en el medio laboral, había ido dejando progresivamente, progresivamente, como tantos, de leer y cultivarse para conformarse con picotear titulares de aquí y allá y sentirse de alguna manera informada. informada. Estremece pensar lo que un caldo de cultivo como ese puede provocar al prestigio de cualquier institución si se mezcla con un escenario escenario de interesados enfrentamientos enfrentamientos partidistas.
Afortunadamente, pude decirle a mi amiga que, por casualidades laborales, había tenido que ver de cerca el trabajo de los togados y el panorama que me había encontrado encontrado era muy diferente a lo que ella imaginaba. Me alegraba de poder recordarle que existe un gran porcentaje de jueces que no están adscritos a ningún tipo de asociación con premisas ideológicas. ideológicas. Al igual que el votante independiente, independiente, pre eren no partir de una militancia que podría inuenciar inuenciar sus decisiones.
En el caso de los scales todavía resulta más importante salvaguardar salvaguardar esa imparcialidad porque su tarea, su especialidad y su costumbre costumbre es acusar. Un ejército de acusadores acusadores lanzado contra otro ejército ejército de acusadores es algo que nadie quiere presenciar. Sobre todo, porque abierto el fuego a discreción de acusaciones se pierde pierde el punto de mira de los objetivos objetivos y la tarea de pedir cuentas se traslada entonces al público como algo arbitrario y sin sentido. Promover Promover usos interesados de la información información privilegiada de la que ellos disponen no soluciona nada, como tampoco apartar a scales porque no nos gusten sus decisiones. decisiones. Del mismo modo que al ejército ejército le entregamos el monopolio de la fuerza para que esta no se desarrolle en las calles de una manera manera arbitraria, a los fiscales les damos el monopolio de acusar para que la vida no dependa de simples delatores corruptos a sueldo. Por eso, la diferencia entre fuerza y violencia institucional siempre ha residido en que a la primera la respalda un consenso colectivo y a la segunda no. Y eso es algo que, en cierto modo, también también rige (o debería regir) para los scales si no quieren desprestigiar su profesión.
En el caso de los fiscales aún resulta más importante salvaguardar esa imparcialidad