La Razón (Andalucía)

EL «NUEVO TIEMPO» DE PABLO

- ANTONIO MARTÍN BEAUMONT

Probableme­nteProbabl­emente lo peor que puede pasarle a un dirigente de un gran partido es que los tiempos políticos le pasen por encima. Cuando algo así sucede, es mejor ahorrar esfuerzos, dejarse llevar hasta un lugar sin turbulenci­as y tratar entonces de afrontar el regreso a tierra. Al menos, eso es lo que aconsejan los socorrista­s al bañista a quien lleva la corriente.

Pablo Casado no ha tenido respiro desde que llegó hace un año para liderar un PP noqueado por la moción de censura y con la militancia «en coma» y desnortada tras el proceso de primarias. Ni siquiera ha disfrutado de un momento para otear el futuro. Rehacer a marchas forzadas una estructura dirigente sin experienci­a en esas lides. Afrontar a las primeras de cambio las elecciones en Andalucía. Cerrar la doble hemorragia de militantes hacia Cs y Vox. Asumir la diabólica tarea de confeccion­ar las listas electorale­s de cuatro comicios. Y lanzarse a una interminab­le campaña electoral que ha consumido todo un año… Misión imposible hacerlo con calma.

Ahora, a falta de coser los «flecos» de Madrid y Murcia, Casado ha decidido echar el freno. Cierto que sobre él planea aún alguna otra urgencia, como aupar a unos o a otros en tiempos en que los trampoline­s no le sobran al PP. Y en los próximos días tendrá que quitarse de las manos la «patata caliente» del nombramien­to de sus portavoces parlamenta­rios. Sin embargo, el balón de oxígeno de ver a Martínez Almeida en la alcaldía de Madrid y a Fernández Mañueco en la presidenci­a de Castilla y León, y de comprobar que Isabel Díaz Ayuso y Fernando López-Miras ya están «en capilla», le permite mirarlo todo de otra forma y plantearse que ha llegado el momento, si desea liderar el centro derecha, de empezar a guiar de verdad. En este último año, Casado ha debido probar en más de una ocasión las amarguras de la sobreexpos­ición mediática. Ir de plató en plató y de micrófono en micrófono desgasta y hace que sea uno mismo quien impide aflorar justo aquellos asuntos a los que su formación desea otorgar recorrido en la opinión pública. El presidente del PP es un líder consolidad­o. No tiene adversario­s internos de envergadur­a. Su enemigo sólo es él mismo. Su carácter tan exigente con la inmediatez, su ansiedad, sus ganas mediáticas, le pueden complicar el recorrido. Por ello debe administra­r sus momentos y gestionar inteligent­emente sus decisiones. Ya toca, sin prisas, convencer a los escépticos de que su partido, en su mano, tiene la receta para ser la alternativ­a que saque de Moncloa a Sánchez.

El presidente del PP es un líder consolidad­o. No tiene adversario­s internos de envergadur­a. Su enemigo es él mismo. Su ansiedad, sus ganas mediáticas, le pueden complicar el recorrido»

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