La Razón (Andalucía)

Cancelació­n del festival de Bayreuth

- GONZALO ALONSO

Se ha suspendido por la pandemia y atraviesa momentos críticos.

El 13 de agosto de 1876 abrió sus puertas el primer Festival de Bayreuth. Lo hizo con la «Tetralogía», aunque sus dos primeras jornadas se habían ofrecido ya en Munich. La gran ambición de Richard Wagner se había cumplido: lograba tener su propio teatro para estrenas sus óperas. Había dejado la capital bávara por algunas desavenenc­ias con su gran protector, Ludwig II,y encontrado una ciudad que le venía bien, entre otras razones porque había vendido los derechos de sus partituras en muchos lander para resolver problemas financiero­s y necesitaba sitios en donde poderlas representa­r cobrando. Bayreuth era un lugar adecuado, aunque la Ópera del Margrave no reunía las condicione­s para sus ambiciones. Puso en marcha una gran operación de captación de fondos a través de amigos, sociedades wagneriana­s y el propio Bismarck, quien acabó por no apoyarle. Tuvo que volver al redil de Ludwig II para lograr su sueño. Allí estrenaría «Parsifal» (1882) asumiendo él mismo la dirección escénica y tomando la batuta al final del último acto en la última de las dieciséis funciones. Treinta años habría de durar la exclusivid­ad de «Parsifal» en Bayreuth, pero el Met consideró que en EEUU no regía aquella ley y promovió unas representa­ciones piratas. La primera oficial tendría lugar en el Liceo el 31 de diciembre de 1913. Desde aquella fecha inicial de 1882 siempre ha estado el apellido Wagner ligado al festival. Tras la muerte de Wagner en 1883, fue su viuda, Cosima, la encargada de dirigirlo, debiendo hacer frente a problemas financiero­s. Ella misma asumió muchas de las direccione­s escénicas. Al enfermar, en 1909, cedió el mando a su hijo Siegfried, que «modernizó» la escena, transforma­ndo los telones pintados en algo más corpóreo. La Primera Guerra Mundial supuso la suspensión durante diez años. A partir de 1924 se abrió a los directores musicales, escénicos y cantantes extranjero­s. Entre ellos Toscanini. Un infarto en 1930 hizo que la dirección pasase a su viuda Winifred, quien centró en las tareas administra­tivas y se alejó de las escénicas. En su periodo aterrizó Furtwängle­r

para rivalizar con Toscanini. También es el controvert­ido periodo de la amistad con Hitler, quien fue padrino de sus hijos Wieland y Wolfgang.

Para conmemorar los 50 años de la muerte de Wagner se tocó como excepción la «Novena» beethoveni­ana. En agosto de 1944 se cerró el teatro, la casa familiar (Wahnfried) acabó en ruinas la familia huyó tras la ocupación por los americanos. En 1951, tras la cesión por parte de Winifred de los derechos wagneriano­s a sus hijos y tras un proceso de desnazific­ación, el teatro volvió a abrir sus puertas nuevamente bajo el mando de la familia: Wieland se ocupaba de lo artístico y Wolfgang de la administra­tivo. Furtwängle­r, Knappertsb­usch, Clemens Krauss, Keilberth, Karajan y Wilhelm Pitz, entre otros, se convirtier­on en referencia­s. Wieland sufrió abucheos al empezar una revolución que cambió los conceptos escénicos en todo el mundo al vaciar escenarios e introducir la primacía de las luces, apoyado por una gran generación de maestros y cantantes. Grace Bumbry (1961) fue la primera cantante de color y Victoria de los Ángeles la primera artista española en Bayreuth. Una época gloriosa, que se truncó tras el imprevisto fallecimie­nto de Wieland por un cáncer. Wolfgang le sucedió en todo, pero no pudo igualarle en lo artístico. La Fundación Richard Wagner asumió en 1973 el festival y sus propiedade­s propiedade­s y la familia tuvo que admitir en ella a miembros nombrados por el Estado. Tras otra época gloriosa con nombres como Chéreau, Ponnelle, Peter Hall, Götz Friedrich, Harry Kupfer, Werner Herzog, August Everding, Horst Stein, Colin Davis, Georg Solti, Daniel Barenboim, James Levine o Carlos Kleiber. Tuve oportunida­d de cenar con Wolfgang Wagner y su segunda mujer, Gudrun, en el propio teatro a finales de la década de los 2000. Él estaba en plena decadencia y Gudrun llevó la voz cantante durante la cena, como lo hacía en el teatro.

Situación insostenib­le

La situación se volvió insostenib­le. Gudrun murió en 2007, Wolfgang se retiró en 2008 y el ministro de cultura alemán entregó la dirección del festival a sus hijas Eva WagnerPasq­uier y Katharina Wagner. Esta última nombró a a Thielemann como director musical, cargo hasta entonces inexistent­e, llegando las controvers­ias con otros directores. Eva se retiró en 2015 y Katharina se quedó con todo, ayudada por personal administra­tivo y con la obsesión por emular a sus antepasado­s con sus propias produccion­es escénicas, aunque sin conseguirl­o y entrando el festival en una clara decadencia. Recienteme­nte, coincidien­do con la pandemia, hemos conocido que una seria enfermedad ha obligado a Katharina a retirarse. Dado que el festival se ha cancelado, no se están tomando decisiones fundamenta­les, salvo la no renovación del contrato de Holger von Berg, director administra­tivo, cuyo contrato vence en 2021 y que no había acabado de encajar en la estructura. La nueva «Tetralogía» prevista para 2021 se ha considerad­o demasiado costosa y se retrasará hasta 2022, dejando para 2021 un nuevo «Holandés». Entretanto falleció Peter Emerich, eterno director de comunicaci­ón del teatro y su sucesor, Hubertus Hermann, ha planteado dudas respecto a la renovación en el próximo otoño de Christian Thielemann, cuya principal valedora es la seriamente enferma Katharina. Lo cierto es que bien podría suceder que el Festival de Bayreuth acabase sin la influencia de la familia Wagner, al menos a nivel de gestión, aunque aún quedan nombres en el tintero…

«LA NUEVA ‘‘TETRALOGÍA’’, PREVISTA PARA 2021 SE CONSIDERA DEMASIADO COSTOSA Y SE RETRASARÁ HASTA 2022»

 ?? BAYREUTHER FESTPIELE ?? Montaje de 2015 de «El ocaso de los dioses» en el Festival de Bayreuth, que este año se ha suspendido por la pandemia
BAYREUTHER FESTPIELE Montaje de 2015 de «El ocaso de los dioses» en el Festival de Bayreuth, que este año se ha suspendido por la pandemia

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