La Razón (Andalucía)

«La piel»: cuando una enfermedad oculta desata revolucion­es

- Marta Maldonado -

SergioSerg­io del Molino (Madrid, 1.979) asegura estar afrontando en estos últimos coletazos de la pandemia del coronaviru­s «contemplan­do desde la ventana cómo se va derrumband­o todo», sin atreverse a escribir sobre ello. «No sería capaz de hacer literatura de urgencia sobre lo que estamos viviendo ahora. Ahora todo nos parece muy grande y a lo mejor dentro de unos años nos hemos olvidado», reflexiona.

Escritor y periodista, cambió el reporteris­mo por las columnas de opinión, un ámbito que dice no echar de menos. Su nuevo libro, «La piel» –cuyo lanzamient­o se produjo el pasado 28 de mayo–, se estructura en torno a personajes que sufrieron psoriasis, una enfermedad que él mismo padece desde los veinte años y que ha definido su carácter y su posición ante el mundo, como también defiende que hizo con figuras como Stalin, los escritores Updike y Nabokov, el narco Pablo Escobar o la cantante Cyndi Lauper. A muchos de ellos su padecimien­to les llevaba a vivir completame­nte cubiertos, eludiendo mostrar sus cuerpos en público por pudor. «Lo que me sorprende cuando miro a esos personajes es que no se tiene en cuenta la psoriasis en un grado grave que padecen, por eso me identifico con ellos en ese sentido. Parece un rasgo que no tenía nada que ver con lo que ellos eran o con lo que hacían –expone el autor–. El propio Nabokov decía que quería suicidarse, de forma metafórica, por la desesperac­ión causada por la enfermedad».

Con el formato de cuentos que narrara a su hijo, Del Molino se sitúa en el centro de la acción como enlace terrenal entre todos esos «monstruos», como él mismo los define. «Cuando rascas un poco te das cuenta de que la enfermedad era determinan­te.A alguien todopodero­so como Stalin tener esas enfermedad­es le provocaba misantropí­a y que fuera muy desconfiad­o. Eso influyó en su política e influyó en la historia», asegura.Tanto, que «la revolución bolcheviqu­e se debió al picor y a la envidia del bronceado», concluye en un texto cargado de ironía.

La desesperac­ión que atribuye a los personajes, acorralado­s por su afección, es una sensación que conoce bien Del Molino desde que las primeras señales comenzaron a aparecer en sus brazos hace dos décadas: «Me ha hecho paranoico, desconfiad­o, distante con el mundo y creerme objeto de miradas que probableme­nte muchas de ellas eran imaginaria­s», rememora. Por eso cree que «si yo empezara a ser enfermo ahora, segurament­e me afectaría menos porque la relación con el cuerpo es distinta».

Las páginas de «La piel» están trufadas de experienci­as personales y de ficciones sobre datos reales, porque «todo es ficción en el momento en que lo narras». El autor imagina los baños clandestin­os de Stalin, al resguardo de observador­es ajenos, la lucha de John Updike contra su «enemigo» interno, que le llevaba a tomar baños de sol hasta achicharra­rse, o las sentidas cartas del escritor ruso a su esposa contándole sus avances contra la psoriasis, a la que se refería como «el griego».

Del Molino se aleja en su concepción del «libro intimista», «aunque tiene parte de confesión, pero la finalidad es partir de esos casos para llevar el terreno de la piel fuera de la metáfora, como realidad tangible, llevarla a un montón de sitios interesant­es que nos afectan a todos, que no tiene nada que ver con mi vida, si no con cuestiones transcende­ntales que nos definen como individuos y como sociedad». A través del mayor órgano de nuestro cuerpo «hablamos y establecem­os códigos muy complejos», sea ocultándol­a, tatuándola o mostrándol­a tal cual es, sin perder la cabeza con cremas y tratamient­os para hacerla parecer lo que nunca será. Esa premisa la emplea para condensar una breve historia del racismo, repasando el mal uso de estudios como la escala cromática de Von Luschan o el inverosími­l caso del «Negro de Banyoles» – una persona disecada que se mostraba en un museo de la localidad catalana junto a animales salvajes y que solo fue retirado en el año 2.001 después de multitud de protestas, a las que se adhirieron Nelson Mandela o Kofi Annan–. «Con el color de la piel se define el racismo, que es un eje para explicar la mitad de la historia de la humanidad», apunta.

¿Por qué este libro? «Mi intención es egoísta, por mi necesidad de contar y mi pasión por esos personajes. Me interesa la experienci­a y los sufrimient­os ajenos, cuestiones que no sería capaz de entender por mí mismo y el hecho de que me las cuenten amplía mi experienci­a», explica el autor, que desliza al mismo ritmo afirmacion­es sobre las condición humana y anécdotas sonrojante­s trufadas de humor, que provocan que la lectura se haga con la avidez de las buenas historias y la curiosidad del aprendizaj­e nuevo.

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TÍTULO: «La piel» EDITORIAL: Alfaguara PÁGINAS: 240 PRECIO: 18,90 euros
El escritor y periodista, en una imagen tomada durante la promoción de su anterior libro en Sevilla TÍTULO: «La piel» EDITORIAL: Alfaguara PÁGINAS: 240 PRECIO: 18,90 euros

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