La Razón (Andalucía)

El horror del gen comunista de Podemos

- Francisco Marhuenda

LaLa Humanidad ha sido prolífica a la hora de cometer monstruosi­dades. El catálogo de crímenes y crueldades es espectacul­ar. Se han realizado individual y colectivam­ente, en nombre de la ambición o la religión, por intereses económicos y sociales... Los pecados capitales reflejan muy bien esta realidad, aunque, lógicament­e, está la otra cara de la moneda, la de cómo hemos ido mejorando y abriendo camino a la bondad. El comunismo es una de las ideologías más atroces de la Historia y en su nombre se han asesinado a decenas de millones de personas en todos los puntos del planeta. Entre otras cosas, han impuesto las más brutales dictaduras, desestabil­izado democracia­s, financiado y organizado grupos terrorista­s, etc. La relación de los horrores provocados por el comunismo desde que triunfó la Revolución Rusa, con la ayuda como sucede siempre de políticos miopes y empresario­s aprovecha dos, es sobrecoged­ora. Por supuesto, sólo tiene parangón con el nazismo y las dictaduras militares. Todas se han basado en el desprecio por la vida humana, la persecució­n de los disidentes, la existencia de un partido único, la formación de una milicia, el culto al líder y el populismo, y el control de todas las institucio­nes políticas, económicas y sociales.

Muchas de las sociedades que han sufrido el comunismo, así como otras ideologías totalitari­as, no se imaginaban que les sucedería lo mismo que a Rusia cuando se convirtió en la Unión Soviética. Esta ideología fue muy grata para intelectua­les, artistas y periodista­s, así como para jóvenes de clases altas. Muchos fueron devorados por las revolucion­es comunistas que se vivieron en muchos países mientras otros colaboraro­n felices en los horrores que se cometieron. No es una casualidad el origen elitista como hilo conductor de los dirigentes de los partidos comunistas. En el marco de la Guerra Fría y la lucha entre los bloques, estas formacione­s se disfrazaro­n buscando una equidistan­cia que les permitiera alcanzar el poder en la Europa Occidental. Afortunada­mente no lo consiguier­on con el eurocomuni­smo.

Los dirigentes comunistas, no importan sus cambios de piel, tienen una raíz totalitari­a y un cruel autoritari­smo, aunque utilicen con éxito el populismo y aprovechen el sistema democrátic­o para sus fines. Era impensable que el comunismo español estuviera en el gobierno y lo ha conseguido. No entiendo que alguien sienta orgullo de ser comunista y no nos cause repugnanci­a. Es igual de espantoso que ser nazi o fascista. Cualquier totalitari­smo es deleznable. No sólo Garzón es un líder comunista, sino que lo son la mayor parte de sus compañeros de Unidas Podemos. Es la realidad. Algunos han mudado de piel con otro nombre, pero mantienen firme su orgullo revolucion­ario y su firmeza comunista. Les gustaría que triunfara la «spanish revolution» e imponer un proceso constituye­nte que convertirí­a en moderado el desastre que significó la Segunda República, donde los fanáticos radicales, entre los que estaba una parte del PSOE, también gozaron del colaboraci­onismo de políticos centristas, empresario­s, intelectua­les y periodista­s.

Unidas Podemos podría haber sido una interesant­e transforma­ción de la izquierda con sensibilid­ad social en el nuevo contexto del siglo XXI. La realidad es que, desgraciad­amente, mantiene el mismo autoritari­smo y fanatismo del comunismo. Me quedé estupefact­o cuando Pablo Iglesias, que ahora es vicepresid­ente del Gobierno y no un activista universita­rio, le dijo a Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox, con arrogancia y desprecio: «Al salir cierre la puerta». Esta obsesión de dividir a todos en buenos y malos, conmigo o contra mí, refleja lo peor de la política. No comparto, por supuesto, los ataques personales que recibe, pero tampoco los que realizaba cuando era un antisistem­a o, ahora, que está en el sistema.

La actitud que ha adoptado contra el centro derecha complica mucho los esfuerzos para hacer frente a la brutal crisis económica que nos afecta, aunque todavía mucha gente no sea consciente de ello. Con el puño en alto y cantando la Internacio­nal no conseguirá un gran apoyo en la UE. La peregrina pretensión de menospreci­ar a los partidos que representa­n a la España que no vota al gobierno social-comunista y sus aliados es un grave error. Es lógico que se quiera poner todas las medallas sobre lo que denomina «escudo social» e, incluso, que ignore el desastre económico que heredó el gobierno del PP en 2011. España sufre una gran caída de los ingresos tributario­s y un enorme aumento del gasto público, un importante número de empresas tendrán pérdidas y otras desaparece­rán; mientras tanto, el Estado y el sector empresaria­l están inmersos en una inquietant­e espiral de endeudamie­nto. Iglesias debería entender que esta crisis se tiene que afrontar desde la centralida­d y abandonand­o las viejas y fracasadas teorías comunistas. Ahora está muy contento en el gobierno, pero he visto a tantos exvicepres­identes y exministro­s que debería tener algo de perspectiv­a histórica y abandonar el sectarismo que le hace dividir la política y el periodismo entre buenos y malos.

Esta obsesión de dividir a todos en buenos y malos, conmigo o contra mí, refleja lo peor de la política»

 ?? RAÚL ??
RAÚL
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain