Malvinas: psicoanálisis del orgullo argentino herido
Francisco Cancio publica «Enmienda», un profundo estudio sobre la guerra que sigue despertando pasiones en el país
«Argentinazo: ¡Las Malvinas recuperadas!». «En un operativo combinado, fuerzas de mar, aire y tierra recuperaron las islas del archipiélago». «En las Malvinas hay gobierno argentino». Con euforia trataba la Prensa nacional aquel 3 de abril de 1982 el hecho ocurrido el día anterior, la toma de las Malvinas (Falkland Islands para los ingleses) por parte de la Junta Militar que gobernaba dictatorialmente el país encabezada por Leopoldo Galtieri. Este hecho derivó en una guerra de 74 días en la que Argentina y Reino Unido lucharon por su control «en una de las confrontaciones bélicas más singulares del último siglo», afirma Francisco Cancio en «Enmienda» (Robinson Librería Náutica), un profundo y laborioso estudio de la contienda desarrollado durante años de investigación y entrevistas realizadas a protagonistas del conflicto, políticos, militares y soldados de ambos bandos.
Artillería y espionaje
El libro está prologado por el almirante Enrique Molina Pico, que combatió como comandante al frente del destructor ARA Hércules. «La Guerra de las Malvinas –sostiene Cancio– fue un conflicto épico por muchas razones; una guerra rápida, imprevista y completa porque se emplearon casi todas las armas. Pese a su brevedad, compendia casi todas las perspectivas de un conflicto: guerra naval, aérea y terrestre, lucha antisubmarina, inteligencia, artillería, operaciones de comando, espionaje... Ambas naciones desplegaron lo mejor de sus ejércitos».
Las Islas Malvinas están situadas en el Atlántico sur, a 480 kms. de la costa argentina, cerca del Estrecho de Magallanes y a casi 13.000 de Londres. Son tierras de pasto, sin árboles y con suaves colinas. Las conforman dos islas principales, la Soledad y la Gran Malvina, separadas por una fina lengua de mar y numerosos islotes. No hay cultivos, solo ovejas, y, desde siempre, pesca. Cuando estalló el conflicto vivían allí unas 2.000 personas. Primero fueron españolas, luego argentinas, hasta que en 1833 Reino Unido las tomó bajo su dominio. Desde entonces, su soberanía ha causado una extensa lista de enfrentamientos, hasta el punto de que en 1965 la ONU confirmó que era un «territorio en disputa» y llamó a las dos partes a un acuerdo político. La pregunta es: ¿si la soberanía era una demanda histórica, por qué la Junta Militar decide invadirlas en ese momento? ¿Querían entrar en guerra o solo obligar a los ingleses a negociar? Para Cancio, «todavía hay un gran debate sobre esta decisión.
Hay quien sostiene que la Junta Militar tenía voluntad absoluta de retomar las islas nada más alcanzar el poder en diciembre del 81. La rumorología apunta al almirante Jorge Anaya, ferviente partidario de la recaptura. Otros pensamos que hay que entenderlo desde el agotamiento o la paciencia política de un país que lleva muchos años intentando negociar. A veces, las acciones militares no llevan necesariamente a un conflicto así, porque sus premisas fueron no derramar una sola gota de sangre y un respeto absoluto por las propiedades británicas. Y se consiguió. Yo creo –afirma– que los argentinos estaban convencidos de que esa acción los llevaría a una mesa de negociación, no a la guerra», que tuvo su antecedente en el llamado «incidente Davidoff», cuando este empresario desembarcó con unos obreros en una isla cercana con objetivos comerciales y empresariales. El grupo izó la bandera Argentina y esto enfadó mucho a los ingleses. «Este suceso fue la ignición, el percutor del conflicto –comenta el autor–. El incidente supuso que el “establishment” de Londres reaccionara, convencidos de que hay una agresión y cabe tomar medidas, lo que implicó un cambio en el tablero argentino y adelantaron la operación. Tenían que hacerlo en ese momento porque hubiera sido imposible después».
El 2 de abril de 1982 las fuerzas militares desembarcaron en Port Stanley, rebautizado como Puerto Argentino (en Malvinas todo tiene doble denominación, cada accidente, cada asentamiento, posee dos nombres, en inglés y español). «La reacción de los argentinos fue muy visceral, como son ellos. La Junta explotó desde el minuto uno el éxito de la operación, la gente vibró porque tenía necesidad de buenas noticias, es un pueblo muy patriótico, pero los hechos fueron muy rápidos, del 2 al 12 de abril que se establece el bloqueo por los submarinos ingleses, se vive una cierta ambigüedad, ¿vamos a negociar o a pelear?». Lo que nunca pudieron imaginar fue la contundente respuesta de Margaret Thatcher ante la invasión.
«Fue un conflicto épico, rápido, imprevisto, y se emplearon todas las armas», dice el autor del libro «Creo que los argentinos estaban convencidos de que irían a una mesa de negociación, no a la guerra», añade