HERMANOS DE SANGRE
NoNo somos los españoles timoratos o pacatos a la hora de administrar o brindar el socorro al que lo necesita o afrontar una excepcionalidad extrema. Podemos considerarnos con razón y pruebas un pueblo eminentemente solidario. En líneas generales, los compatriotas no dan la espalda al que lo necesita ni se hacen los locos ni miran para otro lado cuando se los convoca en una situación de emergencia. En estos últimos meses, el destino, la providencia o la vida se han cruzado en nuestro camino con ferocidad y sin pausa. Los estragos son casi insoportables y la muerte se ha fijado entre nosotros como esas placas de hielo que ha legado Filomena. Se pide esfuerzo para que la calamidad no nos haga hincar la rodilla. Y lo hay, y compromiso. La fotografía superior da fe de ello. Los ciudadanos de Madrid responden a la demanda de la administración regional para que donen sangre, en este caso en la propia sede del Gobierno de Díaz Ayuso en la Puerta del Sol, habilitada como centro neurálgico con un acceso despejado. Las reservas están bajo mínimos y los hospitales sobreviven ante la insuficiencia de un suministro indispensable en su día a día. El temporal ha quebrado de raíz el hábito y la cadena entre la comunidad de donantes y las reservas de los bancos compensaron los rigores de la inclemencia como mejor pudieron. Donar salva vidas y hoy el lema que es una verdad esculpida en el tiempo requiere el compromiso que los madrileños están brindando ante la adversidad presente. Un gesto altruista y magnífico de todos esos hermanos de sangre que dedican unos minutos de su tiempo a brindar litros de generosidad para que otros vean amanecer.