El cierre en falso de la crisis palaciega en Jordania
Poco se conoce de la trama y de la implicación del príncipe Hamzah
El rey Abdalá II de Jordania dio a través de una carta difundida en la tarde de este miércoles por «enterrada» la tentativa de «sedición» protagonizada por su hermanastro, el príncipe Hamzah bin Husein. En una rara intervención pública, el soberano hachemí aseveraba que Jordania se encuentra ya «segura y estable» apenas cinco días después de la aparente tentativa golpista. La crisis palaciega, abierta el pasado sábado por las denuncias de «corrupción, incompetencia y acoso a la disidencia» por parte del ex príncipe heredero, se ha saldado con la detención de cerca de dos decenas de entre 16 y 18 personas, entre ellas figuras del entorno real. Hamzah Bin Husein, que denunció encontrarse en arresto domiciliario y quedar aislado del exterior, acabaría expresando su lealtad al rey y desmarcándose por completo de un «complot malicioso» que aún plantea numerosos interrogantes. «El desafío de los últimos días no ha sido el más difícil ni el más peligroso para la estabilidad de nuestra nación, pero para mí ha sido el más doloroso. La sedición vino desde dentro y fuera de nuestra única casa, y nada puede compararse con mi conmoción, dolor e ira como hermano y como cabeza de la familia hachemí, y como líder de este orgulloso pueblo», aseguraba el monarca en la citada carta. En un comunicado colgado en la web de la Casa Real jordana este lunes se daba cuenta de la exitosa mediación del tío de Abdalá II en la crisis y Hamzah sein aseveraba «ponerse en manos del rey» . Pero lo cierto es que desde entonces –y por medio de un comunicado en la web real- quien fuera príncipe heredero jordano hasta 2004, cuando su hermanastro le privó del título en favor de su primogénito, no ha dado señales de vida.
A tenor de lo sucedido, no erraba el hijo del rey Husein y la reina Noor, de 41 años, cuando avisaba de que las autoridades jordanas estaban el pasado domingo a punto de cortar todas sus conexiones con el exterior. Si hemos de hacer caso al monarca, Hamzah se encuentra en estos momentos «con su familia en su palacio» bajo su «tutela». Poco se conoce de la naturaleza de la trama y del grado de implicación del ex príncipe heredero. La investigación se encuentra bajo secreto sumarial y las autoridades jordanas prohíben informar sobre la crisis.
El príncipe Bin Husein cuenta con las simpatías de los grupos tribales beduinos. En una cinta de que recoge una conversación mantenida entre el presidente del Estado Mayor Conjunto y el hermanastro del rey -divulgada a comienzos de semana varios medios de comunicación internacionales-, el primero le advierte al segundo que deje de entrevistarse con líderes tribales, limite sus visitas a otros miembros de la familia real y ponga fin a sus comunicaciones en las redes sociales. La situación económica y social de Jordania es delicada. La epidemia del covid-19 está golpeando especialmente a la sociedad jordana. Una cuarta parte de la población está desempleada. Las medidas de austeridad impuestas por el Gobierno –la deuda publica roza el 90% del PIBañaden más dificultades. La ayuda procedente de los países del Golfo ha caído. La presión demográfica provocada por la llegada de refugiados desde Siria aumenta el drama. Una parte importante de la sociedad mira al príncipe Hamzah con la esperanza de que se haga eco de la mala gestión del gobierno.
«La última crisis es diferente, y puede ser la más peligrosa en la historia de la monarquía jordana con el príncipe Hamzah en arresto domiciliario (…) Con las protestas contra la crisis del covid-19 y el desastre económico, las voces que llaman al cambio son cada vez más fuertes», asegura el especialista Mohammad Ayesh en Middle East Eye.