La Razón (Andalucía)

La humillació­n del Estado

«Sánchez se equivoca, porque los secesionis­tas se crecen con la debilidad»

- Francisco Marhuenda

LaLa situación es bochornosa. Los independen­tistas que quisieron destruir España y lograr la secesión de Cataluña imponen sus reglas al Gobierno. Estamos ante un escenario esperpénti­co, porque el minipresi-dente minipresi-dente de la Generalita­t por delegación de Junqueras ha impuesto una reunión a Sánchez para exigirle que ofrezca explicacio­nes y, me temo, una disculpa formal sobre el espionaje. No importa que sea una actuación amparada por la preceptiva autorizaci­ón judicial y fundamenta­da, además, por la sucesión de actos ilícitos que han protagoniz­ado los dirigentes de ERC y JxCat. Estamos ante la humillació­n del Estado por aquellos que han querido destruirlo. Sánchez se equivoca, porque los sece-sionistas sece-sionistas se crecen con la debilidad. Lo único que entienden es la firmeza. No hay que dejarles margen, porque no aguantan un pulso. Por ello, es fundamenta­l ignorar sus bravuconad­as. Aragonès es un presidente por casualidad y a duras penas podría ser consejero, ya que su currículo es la nada más absoluta. Una carrera universita­ria como único mérito y haber medrado al lado del líder de ERC.

He tenido la oportunida­d de tratar a todos los presidente­s catalanes catalanes desde Tarradella­s hasta Mas. Desde entonces, es una pérdida pérdida de tiempo, porque han sido políticos grises y anodinos. No es una opinión o una percepción, sino una realidad objetiva. Es un signo inquietant­e del deterioro de la política catalana. Sánchez Sánchez tiene otra salida, porque la humillació­n no le conducirá al éxito sino al deterioro de la imagen gubernamen­tal y a cercenar las expectativ­as electorale­s del PSOE. No entiendo por qué se empeña en hacerle la campaña al PP. El ganar tiempo solo hace que alargar la agonía de un gobierno en crisis y profundame­nte fracturado. No resolverá la situación y la estrategia popular en las elecciones andaluzas debería centrarse, precisamen­te, en la política española como hizo Ayuso. Hay que preguntarl­es si quieren una España dirigida por un gobierno débil dominado por una colección de inquietant­es socios tóxicos o una Andalucía Andalucía que siga creciendo económica y socialment­e. El dilema es saber si queremos un país que esté dominado por los comunistas, comunistas, los antisistem­a, los populistas, los independen­tistas y los albaceas de ETA. A ninguno de ellos les interesa una España prospera. Por ello, Sánchez debería ignorar a Aragonès y a esa colección de mindundis independen­tistas.

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