Finlandia reafirma su soberanía nacional
ElEl previsible ingreso en la OTAN de Finlandia no sólo supone un cambio mayor en el equilibrio estratégico y militar de Europa, ciertamente, en detrimento de una Rusia que verá crecer en 1.360 kilómetros su línea de contacto con el supues-to supues-to enemigo occidental, sino una reafirmación de la soberanía na-cional na-cional finesa, recuperada tras la caída de la Unión Soviética y su posterior ingreso en la Unión Eu-ropea. Eu-ropea. De hecho, si había algún país en el viejo continente que pudiera sentirse concernido por la invasión de Ucrania era esta re-pública re-pública escandinava que sufrió un protectorado de facto por parte de Moscú entre 1944 y 1992, décadas en las que tuvo que renunciar a una política exterior propia, con los efectos correspondientes en las relaciones comerciales con el exterior. Aun así, los fineses con-siguieron con-siguieron conformar una demo-cracia, demo-cracia, desarrollaron una econo-mía econo-mía eficiente y mantuvieron un fuerte espíritu nacional, hijo, sin duda, del heroísmo de sus hijos frente a la invasión rusa de 1939. En este sentido, lo sucedido ayer, cuando Sanna Marin, presidenta del gobierno de Helsinki y, signi-ficativamente, signi-ficativamente, la líder del partido socialdemócrata finlandés, tra-dicionalmente tra-dicionalmente opuesto a la inte-gración inte-gración en la Alianza Atlántica, se adhirió sin reservas a la pro-puesta pro-puesta parlamentaria del Jefe del Estado, Sauli Niinistö, no es más que la culminación del cambio en la percepción de la amenaza experimentado por la población desde que Vladimir Putin selló militarmente la anexión de la península península de Crimea. Desde ese año, 2014, Finlandia, como, en menor medida, Suecia, se embarcó en un programa de defensa, con fuertes inversiones en adquisición de medios medios y desarrollo de infraestructuras infraestructuras militares, que, sin embargo, estaba muy lejos de garantizar una victoria frente al coloso ruso. La colérica reacción de Moscú al movimiento movimiento finés responde, en realidad, realidad, a una profecía autocumplida, puesto que, con toda probabilidad, probabilidad, Helsinki hubiera mantenido su neutralidad en el campo militar si el presidente ruso no se hubiera decidido por la invasión de una nación vecina y soberana como es Ucrania. Aun así, no es posible obviar obviar las implicaciones de la adhesión adhesión finlandesa a la Alianza Atlántica, Atlántica, por cuanto se le abre a Moscú un flanco débil en las vías marítimas marítimas de acceso a San Petersburgo, que estarían dominadas por aliados aliados atlantistas a ambas orillas del golfo de Finlandia. La misma situación que provocó el embotellamiento embotellamiento de la flota soviética en la Segunda Guerra Mundial. De ahí, que sea imperativo, además de las garantías de asistencia ofrecidas a Helsinki por Londres y Washington, Washington, que el resto de los socios de la OTAN trasladen a Vladimir Putin un apoyo cerrado a Finlandia, con todas las consecuencias y durante el tiempo que dure el proceso de su ingreso en la alianza. Una disuasión disuasión que sea creíble, no como sucedió con Ucrania.