Baja por menstruación
Marta Robles
MeMe llama la aten-ción aten-ción que, en ple-no ple-no siglo XXI, la ministra de Igualdad pretenda que tenga-mos tenga-mos que indicar el motivo de nuestras bajas por el hecho de ser mujeres. Eso significa se-ñalarnos se-ñalarnos y desigualarnos y no lo contrario. Y me explico. Una menstruación normal puede conllevar dolores o no, de ma-yor ma-yor o menor intensidad. Los excesivos, por cierto, pueden estar relacionados con otras patologías y deberían condu-cir condu-cir a indagar el motivo, que puede no ser solo la propia menstruación.
Más allá de eso, hay veces –muchas– que se mitigan con un analgésico. Cuando no su-cede, su-cede, cuando el dolor es inten-so inten-so e incapacitante, si una mu-jer mu-jer va al médico y le pide la baja, se la da. No hace falta que se lo indique Irene Montero: lo hace porque es un dolor que no permite continuar con la vida normal y ya está. Hay mi-grañas mi-grañas y neuralgias crónicas que sufre la población mascu-lina mascu-lina y femenina, que a veces se sobrellevan con medicación y otras derrumban en la cama a quien las padece. Y cuando alguien va al médico en las úl-timas úl-timas condiciones, pues le da la baja.
De verdad, no necesitamos que Irene Montero nos «mime» más por ser mujeres; tampoco que enseñe a los médicos a valorar lo que es un dolor in-capacitante, in-capacitante, por regla o por cualquier otra cosa. Porque en principio, la regla, como el em-barazo, em-barazo, no son enfermedades, ni el castigo divino por ofrecer-le ofrecer-le la manzana a Adán; son par-te par-te de nuestra naturaleza y no nos tienen que estigmatizar de ningún modo.
Los médicos, Sra. Montero, ni son tontos ni son enemigos de las mujeres. Y si nos ven sufrir por dolor de cabeza o de ovarios, nos mandan a casa con una baja y ya está.