La vida de Santiago Ramón y Cajal, bajo el microscopio
► La Fundación Castro ha recuperado los textos de cariz autobiográfico de este extraordinario científico español
Cualquier comentario de alabanza dirigido a Santiago Ramón y Cajal (Petilla de Aragón, 1852-Madrid, 1934) será poco habida cuenta del grado de sabiduría y conocimientos conocimientos que alcanzó a lo largo de su vida en la historia de la ciencia y la medicina. medicina. Experto en el sistema nervioso, nervioso, por lo cual sería reconocido con el Premio Nobel en 1906, este humanista también interesado en el dibujo o la fotografía dejó páginas páginas inmarchitables como las que nos presenta ahora Antonio Campos, Campos, miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, que recoge en un solo volumen los libros «Mi infancia y juventud», «Los tónicos de la voluntad» y «El mundo visto a los ochenta años».
Se trata de una serie de relatos de evidente cariz autobiográfico en los que vemos al Santiago Ramon y Cajal niño y estudiante; al científico científico temprano que mostró enseguida enseguida un talante positivista y se reveló con una enorme confianza; y, al fin, dentro de su tarea solitaria, al investigador investigador que llevó a una renovación renovación como nadie había hecho de la ciencia española de entonces. Con joyas como el texto que escribió en el año de su muerte, en el que reflexionó reflexionó con una lucidez extraordinaria extraordinaria sobre lo que implica la ancianidad; ancianidad; de tal modo que a lo 80 años era capaz de mirarse a sí mismo tanto en su declive físico como tener tener una visión de la Vida, en mayúsculas, mayúsculas, en la que hay tantos tesoros tesoros diarios con los que llegar a congratularse, como son la escritura, escritura, la naturaleza o la lectura de los autores clásicos.