Hablemos de mangantes
TrasTras servirle al indultado Junqueras la cabeza de la directora del CNI en bandeja, Sánchez, con su tóxica capacidad para crear cortinas de humo, utilizó la tribuna del Con-greso Con-greso para llamar mangantes a los miembros del Gobierno que le antecedió. Además de falta de finura, demostró una doble amnesia, para sí y para su principal adversario. Para sí, porque olvidó intencionadamente aquel PSOE que fue el primer partido condenado por financiación ilegal, el de Mariano Rubio y la fuga de Roldán. El mismo partido con dos ex presidentes andaluces en el banquillo por el mayor fraude de la histo-ria histo-ria de la democracia, que afecta a 800 millones de euros que debían haber recibido los parados andaluces. Y el mismo que en el presente tiene a tres altos cargos del Gobierno central imputa-dos imputa-dos por contratos de emergencia relacionados con la pandemia, de los que curiosamente se habla muy poco. La segunda parte de la amnesia afecta al Partido Popular, al que la izquierda lleva años intentando estigmatizar por culpa de cuatro sinvergüenzas, trasladando la sensación de que la corrupción era un problema estructural, casi ideológico, estableciendo un prejuicio intolera-ble intolera-ble y muy distinto de la realidad, porque se trata precisamente de la formación política española que mejor entiende eso que se ha dado en lla-mar lla-mar la regeneración democrática, y que no es otra cosa que la existencia de estándares éticos
Su fórmula de obtención de apoyos parlamentarios, consistente en regalar lo que no le pertenece a él
en la acción pública, así como de medidas que previenen y castigan la corrupción cuando ésta aparece. Empezando por la importancia que le merece y el respeto que le tiene a la labor de la Justicia, sabedor de lo diferente que es cuando un Gobierno la deja trabajar, o cuando un Gobierno Gobierno la descalifica, intenta inmiscuirse en sus investigaciones o dirigirlas hacia sus adversarios. El PP no le debe temer al debate de la corrupción.
Siempre ha expulsado a los corruptos y siempre ha tomado medidas para evitarla. Basta repasar repasar las numerosas decisiones tomadas por su último Gobierno, más de 80, que contrastan con las cero iniciativas adoptadas en esta materia por el sanchismo. La transparencia, el control económico financiero de los partidos políticos o el estatuto de los altos cargos son normas de enorme valor que el PP llevó al BOE durante el mandato de Rajoy. En España hoy están prohibidas prohibidas las donaciones de personas jurídicas y las de personas físicas que superen los cincuenta mil euros, todas se comunican al Tribunal de Cuentas y están prohibidas las condonaciones de deudas bancarias a los partidos. Hoy todos los partidos, sin excepción, tienen que presentar sus cuentas al Tribunal de Cuentas, y, además, no pueden recibir subvención alguna si no cumplen con esta norma o tienen deudas con la Administración. Todos los partidos afrontan con responsabilidad penal el incumplimiento legal, algo que en su día quitó el Gobierno socialista del Código Penal y que reintrodujo un Gobierno del PP. Con aquellas aquellas reformas, además, se endurecieron las penas para los delitos de corrupción y se aumentaron los instrumentos para hacer que se devolviese hasta el último euro robado a los españoles. Sin embargo, lamentablemente, este es el debate que no quiere Sánchez, que haría bien en recordar que el insulto, la descalificación y la mentira son también formas de corrupción. Y que su fórmula de Gobierno y de obtención de apoyos parlamentarios, parlamentarios, consistente en regalar lo que no le pertenece a él, a cambio de obtener lo que nadie necesita, y la pregunta es qué calificativo merece tal oprobiosa actuación, y lo segundo es pensar si lo que hizo el presidente del Gobierno fue proyectar proyectar una auto referencia, puesto que un mangante también es un desvergonzado.