Once años, cuatro ascensos y a la ACB
► El Granada vuelve a la élite y será el próximo curso equipo de la Liga Endesa
El ascenso logrado por el Covirán Granada permitirá a la ciudad nazarí nazarí retornar a la Liga ACB once años después gracias a la fulgurante fulgurante progresión del Fundación Club Baloncesto Granada (CBG), que tomó el relevo del extinto CB Granada Granada y en una década ha sido capaz capaz de acumular cuatro ascensos para pasar de la Primera Nacional a la máxima categoría nacional.
Tras recoger el testigo del Oximesa, Oximesa, mítico club local de los ochenta y principios de los noventa, noventa, el CB Granada fue durante varios varios lustros el máximo representante representante del deporte provincial, llegando a participar en el curso 1996-97 en la Copa Korac. Doce campañas estuvo en la ACB el club nazarí, divididas en tres periodos diferentes entre los años 1996 y 2011, que fue cuando descendió a la LEB Oro muy mermado por los problemas económicos.
Sólo un año después se produjo su desaparición al extinguirse la sociedad deportiva por culpa de las deudas, tomando el relevo ese mismo verano el Fundación CB Granada, que tuvo que comenzar su andadura deportiva en la Primera Primera Nacional.
El nuevo equipo granadino ha ido creciendo siempre bajo la dirección dirección del joven técnico local Pablo Pin, que ha estado al frente del plantel desde el primer día y que en las últimas campañas también también se ha ocupado de la dirección deportiva de la entidad.
Desde el verano de 2012 en que empezó a competir el Fundación CBG hasta ahora ha pasado una década en la que el club ha conseguido conseguido cuatro ascensos y ha ido creciendo de forma progresiva.
A las primeras de cambio subió a la Liga EBA y se proclamó campeón campeón de Andalucía, mientras que en 2015 ascendió a LEB Plata con históricos como Nacho Ordín o Jesús Fernández en sus filas, lo que posibilitó que pasara a disputar sus partidos en el Palacio de los Deportes de la ciudad.
El asalto a la élite comenzó en 2018 subiendo a la LEB Oro, categoría categoría en la que ha prolongado su crecimiento a todos los niveles hasta ascender ahora a la ACB, en detrimento del Estudiantes y tras quedarse a las puertas de la misma en la campaña pasada.
El Fundación CB Granada, patrocinado patrocinado desde años por la firma local Covirán, consiguió este viernes viernes poner la guinda a su andadura con el ascenso matemático a la Liga ACB como campeón de la LEB Oro, pese a que aún falta una jornada para que se cierre su fase regular, al vencer por 102-60 al Almansa Almansa Afinión en un Palacio de los Deportes a reventar, que acogió acogió la pasada edición de la Copa del Rey, con casi 8.500 espectadores espectadores en sus gradas.
LaLa imagen representaba el comienzo de una transición ordenada y exenta del dramatis-mo dramatis-mo de un duelo. Carlos de Inglaterra, acompañado por su mujer, Camilla de Cornualles, y de su heredero, Guillermo, hacía suyo, frente a diputados y lores, el Discur-so Discur-so de la Reina, el acto central de la apertura de sesiones del Parlamen-to. Parlamen-to. Esa es quizá la principal esceni-ficación esceni-ficación del poder real y por ello objeto de toda la pompa con que los británicos gustan de adornar sus ceremonias. Mientras leía el texto, preparado por el Gobierno de su majestad para la ocasión, el príncipe de Gales desviaba de vez en cuando la mirada hacia la corona corona imperial que reposaba junto a él en un cojín como testimonio de la autoridad de su madre y, por tanto, de su condición de sustituto.
El protocolo así también lo advertía: advertía: Carlos no llegó a Westminster
► El hijo de la reina Isabel II está ejerciendo, poco a poco, de soberano del país cuando su madre no puede
Westminster en una carroza desde el palacio de Buckingham escoltado por la guardia real, ceñida su testa por la espléndida corona y ataviado con el manto de Estado, como habría correspondido a Isabel II si su salud salud no se lo hubiera impedido. No entró tampoco, como habría hecho hecho ella, por la Puerta del Soberano Soberano ni pudo sentarse en el trono real, sino en el de los consortes, de menor tamaño. Sin embargo, su figura, impecable con el uniforme de almirante de la Royal Navy, parecía parecía imbuida al fin de la magnificencia magnificencia de un rey.
Tras setenta y tres años de espera, su tiempo ha llegado, aun sin que la sucesión parezca cercana. Isabel y sus consejeros han diseñado un paulatino traspaso de competencias competencias que casi ha llegado a su final. Desde 2018, la reina, que acaba de cumplir 96 años, ha ido reduciendo cada vez más su actividad delegando delegando sobre todo en su primogénito actos y viajes oficiales, que suman más de 500 al año.
Su mayor presencia institucio
nal fue especialmente significativa cuando en 2019 acompañó por primera vez a su madre en el mismo mismo Discurso de la Reina que él ha protagonizado el pasado martes. Y afianzó su posición cuando Isabel Isabel anunció su deseo de que Camilla Camilla se convirtiera en reina consorte, consorte, en complicidad con las intenciones de su hijo. En paralelo, se activó una campaña de imagen a través de elogiosos artículos de prensa y documentales especiales producidos por la BBC con los que se ha intentado mejorar una popularidad popularidad que las encuestas sitúan en un pobre 58% de aceptación entre sus compatriotas.
Las circunstancias familiares han contribuido además a atribuirle atribuirle un perfil de enérgico paterfamilias paterfamilias que pocos le habrían supuesto. Tanto en la gestión del escándalo de pederastia en el que se ha visto envuelto su hermano Andrés, que él decidió atajar apartándole de palacio definitivamente, como en la crisis abierta por su hijo Harry, Carlos se ha mostrado como la autoridad autoridad de la que ahora depende el futuro de los Windsor. En ello confía confía su madre, que se intuye dispuesta dispuesta a dar un paso al lado.
Desde la muerte de su marido, Felipe de Edimburgo, hace un año, la reina ha sufrido un deterioro cada vez más evidente. Ella misma ha revelado que el Covid, del que se contagió a finales de febrero, la dejó exhausta, lo que probablemente probablemente haya agravado los problemas problemas de movilidad que le impidieron impidieron acudir a la ceremonia en el Parlamento. De hecho, se teme que tampoco pueda presidir los actos con los que se celebrarán, entre el dos y el cinco de junio, sus 70 años de reinado.
Algunos medios locales apuntan apuntan ya que, en este escenario, podría podría estar contemplándose la posibilidad posibilidad de que el príncipe de Gales asumiera la regencia. Para que eso ocurra, según la Ley de Regencia de 1937, se tendría que declarar probado «que el soberano soberano está por alguna causa definida no disponible para el desempeño de sus funciones». En este caso, valdría con la voluntad de Isabel II para asumir la jubilación y disfrutar disfrutar de un pacífico retiro en Windsor, Windsor, su residencia preferida.
En ningún caso eso supondría su abdicación, pero ya no detentaría detentaría las prerrogativas constitucionales constitucionales que corresponden al monarca, monarca, ya que pasarían a su hijo: promulgar leyes, mantener audiencia audiencia con el primer ministro, disolver el Parlamento, llamar a elecciones, acceso a documentos gubernamentales… Richard Fitz Williams, buen conocedor de la familia real y por ello habitual comentarista comentarista de las cadenas BBC y CNN, aseguraba que «conviene recordar que en 1947 la reina juró servir al país toda su vida. Es una persona profundamente religiosa y realmente está decidida a hacerlo». hacerlo». Pocos tienen dudas de que, en efecto, Isabel morirá siendo reina, aunque el tránsito para Carlos ya se haya iniciado entre la desconfianza desconfianza y la incertidumbre de muchos muchos sobre su capacidad para preservar preservar sin menoscabo el impecable legado de su madre.