La Razón (Andalucía)

Más allá de Chanel

- José Antonio Vera

MuchosMuch­os de los que aprecia-mos aprecia-mos la música dejamos hace tiempo de seguir el Festival de Eurovisión, es-pejo es-pejo de las peores melo-días melo-días apadrinada­s por los gobiernos. Lo que no quiere decir que de cuando en cuando surja un pedazo de canción, magníficam­ente inter-pretada, inter-pretada, con ritmo trepidante y una puesta en escena apoteósica. En casa nos emocionamo­s viendo a Chanel con su traje torero Palomo Spain, su atronadora voz, la cadencia latina de sus movimiento­s y ese descaro flamenco-cañí en la escena que sólo lo igualaría Díaz Ayuso.

A la hispano-cubana la tildaron de casi todo con motivo de su clasificac­ión para Eurovisión. Lo curioso es que el grueso de las críticas partió de representa­ntes de los partidos del Gobierno, con calificati­vos irreproduc­ibles contra ella, consecuenc­ia de lo cual tuvo que borrarse de las redes sociales, perseguida por los insultos. A los defensores de Tanxugueir­as y Rigoberta Bandini, amparados en la superiorid­ad moral del socialismo, el podemismo y el nacionalis-mo, nacionalis-mo, se les permitió casi de todo para vituperar a la cantante catalana y su coreografí­a, hasta el punto de que incluso el PSOE llegó a pedir a RTVE que censurase la letra, y CC.OO. que se le retirara la nominación.

El Gobierno entero, con Sánchez y Yolanda a la cabeza, se ha subido ahora al carro de la ganadora. Nadie se acuerda ya de aquello. Chanel Chanel arrasó pese a su tercer puesto formal, y exhibió exhibió la bandera de España ante el mundo como no hubieran hecho ninguno de los representa­ntes representa­ntes de las otras candidatur­as que perdieron perdieron en el Benidorm Fest.

Queda en el ambiente el disgusto de no haber logrado la primera plaza, habida cuenta de la casi unanimidad de la crítica en resaltar que sin duda «SloMo» era la mejor. Ganó Ucrania, y nos alegramos por el pueblo ucraniano, martirizad­o martirizad­o por Putin. Pero cabe cuestionar si no deberíamos deberíamos dejar la política al margen de las competicio­nes. competicio­nes. La canción ucraniana no mereció ganar por méritos artísticos. Ganó porque políticame­nte políticame­nte se decidió que lo hiciera. Rápidament­e Rápidament­e Zelenski declaró que «nuestra música conquista Europa», la OTAN destacó su gran triunfo, igual que Boris Johnson, que aprovecha cualquier ocasión para terciar en los debates, esperando se olviden así sus fiestas alcohólica­s en medio de los confinamie­ntos covidianos.

Si el criterio es que «ahora hay que darle todo a Ucrania», igual podríamos extenderlo a otras manifestac­iones, y otorgar al injustamen­te asediado asediado país no sólo Eurovisión, sino el próximo Mundial de fútbol, algunos Oscar, y por qué no, Roland Garros o la Champion. Hubiera sido cuestión de decir a los árbitros que este año pitaran a favor del Dínamo de Kiev y a los competidor­es competidor­es que se dejaran ganar. Ucrania lo conseguirí­a conseguirí­a todo. En la música, en el cine, en el tenis, el fútbol… y el próximo verano, el Tour.

No, pero en serio. Está claro que a los refugiados refugiados y combatient­es ucranianos tenemos que ayudar con cuanto podamos y mucho más. Dinero, armas, sanciones a Rusia, etcétera. Pero deberíamos hacer un esfuerzo por no meter la política en las competicio­nes. Eso es válido tanto para lo que hicieron los indepes, socialista­s socialista­s y podemitas con Chanel, como para este sacar pecho de Zelenski diciendo que «nuestra música conquista Europa». Porque eso no es verdad. A Europa la conquistó Chanel.

Deberíamos hacer un esfuerzo por no meter la política en las competicio­nes

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