La Razón (Andalucía)

La UE y la anomalía económica española

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DentroDent­ro del conjunto de las previsione­s económicas para España que ha presentado la Co-misión Co-misión Europea, en principio, no demasiado malas, pese al nuevo recorte en el crecimient­o del PIB, destacan dos observacio­nes que deberían preocupar al Gobierno de coalición por el componente de riesgo que comportan. La primera observació­n versa sobre la anoma-lía anoma-lía que supone la inusitada rapidez del incremento de los precios de los combustibl­es y la electricid­ad a España, con su correspond­ien-te correspond­ien-te repercusió­n inflaciona­ria, y la segunda, derivada de la anterior, nos habla del riesgo de un incre-mento incre-mento desmedido del coste de las pensiones, si se mantiene su in-dexación in-dexación a un IPC, que Bruselas, con cierto optimismo, sitúa en el 6,3 por ciento para el presente año. Asimismo, apunta la Comisión al deterioro del poder adquisitiv­o de los españoles, que se traducirá en la caída del consumo interno, y advierte de que la espiral de pre-cios pre-cios de la energía puede repercutir negativame­nte en sectores como el transporte, la construcci­ón y la industria electroint­ensiva. Como era previsible, la reacción de los distintos ámbitos gubernamen-tales gubernamen-tales se ha centrado en destacar que el crecimient­o previsto de un 4 por ciento del PIB supone el mayor de la eurozona, sólo por detrás de Portugal, Irlanda y Malta, obvian-do obvian-do que nuestro país partía de la mayor caída del PIB de toda Euro-pa Euro-pa y que las sucesivas previsione­s siempre han ido de mayor a menor. menor. En cualquier caso, es evidente que si en España, que forma parte de la misma estructura de mercado mercado que el resto de Europa, se han disparado brutalment­e los precios de los combustibl­es –de hecho, el precio medio del diésel supera por primera vez al de la UE– es por ineficienc­ias ineficienc­ias internas propias, por supuesto, con limitacion­es a la libre libre competenci­a, pero, también, por unas políticas fiscales que están asfixiando al conjunto de la población. No vamos a insistir en los indicadore­s que retratan esta realidad –al alcance de todos en los estadillos de la OCDE– pero sí en que esta situación, por más que alivie, vía el incremento de recaudació­n recaudació­n por IVA y los impuestos especiales, el déficit público, no es sostenible en el medio plazo, más aún, como dice la Comisión, si se prolonga en el tiempo la crisis bélica de Ucrania. El problema, es que, prácticame­nte, todo lo expuesto expuesto ya estaba contenido en la propuesta económica que el nuevo nuevo presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, presentó al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y que fue acogida por La Moncloa con descriptib­le entusiasmo. No traía Feijóo imaginativ­as o revolucion­arias revolucion­arias soluciones. No. Sólo aquellas medidas de manual que funcionan en situacione­s previas a una crisis mayor: incentivar la producción y el consumo privado, impulsando el mercado laboral, y reducir el gasto público no productivo. productivo. Por lo visto, anatemas de la economía socialista.

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