La Razón (Andalucía)

«El bebé iba a ser mi familia»

- Mar Muñoz.

A las pocas horas de nacer, Diana se agarró con fuerza al dedo índice de su madre. «En ese momento sentí una punzada en el pecho, un escalofrío. escalofrío. Siempre he pensado que, en aquel momento en el que nos encontrába­mos encontrába­mos solas después del parto, parto, en la intimidad de la noche y cuando se hizo el silencio en la habitación habitación del hospital, fue cuando Diana quiso darme las gracias por haberla traído al mundo, por haber respetado su derecho a la vida por encima de las dudas que me asaltaron asaltaron al saber que estaba embarazada y los argumentos con los que trataba de escapar de la situación». Con esas palabras, Patricia Tejón describe su satisfacci­ón por haber declinado la posibilida­d de abortar.

Por aquel entonces tenía 30 años. Acababa de romper con su «novio de toda la vida» y había comenzado a salir con un chico diez años menor. «Ni siquiera mis amigas más cercanas cercanas sabían de nuestra relación», explica. Tan solo tres meses despuéas despuéas de conocerle, se quedó embarazada. embarazada. «Lo supe un día antes de Nochebuena, ¡en plenas Navidades! Cuando me lo confirmaro­n, se me cortó la respiració­n. ¿Cómo iba a explicar que me había quedado embarazada embarazada de un extraño? ¿Qué iban a decir mis padres?», recuerda la angustia angustia que sintió. «Lo más sencillo era abortar, pero ya me informaría después de las fiestas. Mi primera misión era ocultar el embarazo, una cuestión que no es nada sencilla si tenemos en cuenta que la Navidad es una época en la que no solo se producen excesos bebiendo», explica. explica. Sin embargo, lo consiguió.

En enero comenzó a informarse sobre técnicas y clínicas en las que se practicase­n abortos. En ese momento momento comenzó a replantear­se su decisión. «La había tomado de forma forma repentina y solo teniendo en cuenta lo que los demás podrían pensar de mí. Me di cuenta de que no debía importarme que me juzgaran juzgaran y, menos, cuando se trata de una decisión tan crucial como truncar una vida», indica Patricia.

Lo primero que hizo fue escribir los pros y los contras de continuar con el embarazo. «Cada persona tiene argumentos de peso para abortar: una violación, una enfermedad enfermedad que ponga el riesgo la vida del feto o de la madre o, incluso, inestabili­dadeconómi­ca… inestabili­dadeconómi­ca… Sinembargo, yo no tenía ninguno de estos motivos. motivos. Por lo que, a medida que maduraba maduraba el juicio al que estaba sometiendo sometiendo las opciones que se me habían planteado, encontraba menos motivos motivos para abortar», reconoce. Una semana más tarde, no le cabía duda alguna: quería continuar con el embarazo embarazo y crear una familia. «Ese bebé iba a ser mi familia y, de alguna forma, forma, sabía que jamás me arrepentir­ía», arrepentir­ía», asegura Patricia. Seis meses más tarde, tenía a Diana en brazos.

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