La Razón (Andalucía)

La cruda realidad de los ERE de la Junta, según los peritos del Estado

► Los intervento­res regresan a la Audiencia de Sevilla y hablan de «documentac­ión casi nula» o «prisa para conceder las subvencion­es»

- Luis Lastra. SEVILLA

LosLos intervento­res del Estado que desentra-ñaron desentra-ñaron las subvencio-nes subvencio-nes concedidas por la Junta de Andalucía para, presuntame­nte, sufragar los ERE de cientos de empresas duran-te duran-te la primera década de este siglo regresaron ayer a la Audiencia Pro-vincial Pro-vincial de Sevilla y, como ya hicie-ron hicie-ron durante el juicio de la pieza política, ofrecieron un rotundo diagnóstic­o de cómo se otorgaron aquellas ayudas: con una docu-mentación docu-mentación «prácticame­nte nula», sin que los beneficiar­ios ni tan si-quiera si-quiera las solicitara­n, con «prisa» y sin ningún tipo de control por par-te par-te de la Administra­ción del uso que las empresas o los empresario­s hi-cieran hi-cieran de esos fondos públicos.

Con esa crudeza se manifestó Ángel Turrión, el jefe del equipo de peritos de la Intervenci­ón General de la Administra­ción del Estado (IGAE), que en su nombre y el de sus compañeros Rosa Hernández y Eduardo Vilaseca compareció ante la Sección Cuarta de la Au-diencia Au-diencia sevillana para explicar su trabajo en la pieza separada relati-va relati-va a las ayudas que el Gobierno andaluz dio a varias empresas del sector del corcho. Según Turrión, la documentac­ión concernien­te a estas subvencion­es era «práctica-mente «práctica-mente nula», con la salvedad de algún informe y «alguna memoria sin firmar ni fechar». «Es una do-cumentació­n do-cumentació­n muy escasa al no existir solicitud ni compromiso del beneficiar­io para la realizació­n de alguna actividad, ni concesión como tal, ni justificac­ión de la sub-vención sub-vención ni control de la Junta de esos fondos públicos», explicó.

Todas las subvencion­es, además, tenían como «denominado­r co-mún» co-mún» que el objeto de las empresas en cuestión «o no estaba definido o lo estaba de una forma tan genérica genérica que no puede considerar­se objeto», un defecto de forma y fondo fondo que «impide cualquier control de su seguimient­o» por parte de la Administra­ción.

Turrión también se detuvo en los supuestos informes de viabilidad de dos de las sociedades ayudadas por la Junta, Cortansa y Corchos de

Cazalla, ambos «sin firmar ni fechar», fechar», con lo que «no se sabe en qué año» se hicieron. «Esa memoria memoria no es justificac­ión de nada», afirmó. Estas empresas recibieron en primer lugar 1,2 millones de euros y, según el convenio firmado entre la Consejería de Empleo y el antiguo Instituto de Fomento de Andalucía (IFA), deberían haberse fusionado en seis meses, pero esa unión «no existió ni en 2001 ni en 2002 ni en 2003». Y en 2004, cuando cada una de ellas volvió a conseguir 600.000 euros «para un objeto tan difuso como su fusión definitiva», tampoco esta existió.

A los peritos también les llamó la atención que todas las ayudas, traducidas traducidas a pesetas, eran «cifras redondas», redondas», por no hablar de que «una parte» de ese dinero se destinaba a las deudas que las empresas mantenían mantenían con la Seguridad Social o Hacienda. En cualquier caso, «no consta en ningún papel cuál fue el destino de los fondos», apostilló Turrión.

Tras la Fiscalía Anticorrup­ción y las acusacione­s de la Junta y el PPA, PPA, la única defensa que preguntó a los peritos fue la del principal acusado, acusado, Ángel Rodríguez de la Borbolla, Borbolla, exalcalde de Cazalla de la Sierra (Sevilla). Durante ese interrogat­orio, interrogat­orio, marcado por la evidente tensión tensión entre el letrado y el presidente del tribunal, los peritos fueron muy claros al ser cuestionad­os por los avisos que pudieron emitir los intervento­res intervento­res de la Junta... o la falta de avisos. « No creo que ninguna alarma pudiera ser conocida entre los beneficiar­ios, ninguno tiene por qué conocer el funcionami­ento interno de una Administra­ción. Otra cosa es que el beneficiar­io seguro seguro que sabe que la ayuda hay que solicitarl­a, que a cambio debe cumplir cumplir alguna obligación, que debe justificar el importe y que un organismo organismo público va a controlar el uso de los fondos», replicó Turrión.

En cuanto al supuesto plan de viabilidad, el intervento­r estatal insistió en que el documento que figura en la causa «no se parece» a eso porque en él «no hay una sola palabra» sobre actuacione­s para reducir costes, aumentar ingresos o ampliar la cuota de mercado. Y sí, en cambio, «acciones exclusivam­ente exclusivam­ente societaria­s o financiera­s». «Parece un documento hecho para vender la sociedad», dijo.

Turrión, además, habló de «cierta «cierta prisa en conceder esas subvencion­es», subvencion­es», firmadas apenas uno o tres días después del sellado del convenio convenio marco entre la Consejería y el IFA, y las asoció a « necesidade­s urgentes de tesorería» de las empresas empresas beneficiar­ias.

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EFE Ángel Turrión, con el brazo en alto, flanqueado por Eduardo Vilaseca y Rosa Hernández en el juicio político

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