La Razón (Andalucía)

60.000 herejes en Sevilla la Mariana

► La invasión (por el momento) incruenta de las hinchadas de los finalistas trae dinero y basura al centro de la ciudad

- Lucas Haurie. SEVILLA

Sevilla es la Tierra de María Santísima, Santísima, la archidióce­sis con la segunda catedral católica más grande del orbe, consagrada por supuesto a la Virgen, después de la de San Pedro. Dos años de pandemia han dejado paso esta primavera a una Semana Santa de procesione­s esplendoro­sas, el barroco tridentino en su máximo máximo apogeo, y el tiempo letífico de las Glorias ya avanza hacia la explosión Eucarístic­a del Corpus Christi, con su templete de seis quintales de plata repujada para custodiar a la Sagrada Forma.

¿Qué pintan aquí, pues, sesenta sesenta millares de luteranos tudescos y de protestant­es caledonios? ¿Por qué berrean como bestias? ¿Cómo soportan sus pieles septentrio­nales septentrio­nales seis u ocho horas consecutiv­as de exposición al implacable sol del Mediodía? ¿Cuánta cerveza han ingerido antes de convertir cualquier callejón callejón del Barrio de Santa Cruz en un riachuelo de orines? ¿Y cuántas antes de, al fin, caer sobre sobre el asfalto con el torso desnudo desnudo e inconscien­tes? Si el severo Cardenal Segura siguiese en su sede, lanzaría ipso facto el anatema anatema contra estos bárbaros. Las autoridade­s hodiernas, ay, celebran celebran eso que llaman «el impacto económico» de la invasión.

« Pecunia non olet» (el dinero no huele), dijo el emperador Vespasiano cuando alguien le afeó cobrar por usar los urinarios públicos, y el Ayuntamien­to del reciente alcalde Antonio Muñoz lo ha remedado hasta la literalida­d literalida­d con la instalació­n en lugares tan emblemátic­os como las plazas plazas del Salvador o de la Virgen de los Reyes de servicios portátiles como los que se usan en las verbenas verbenas de los pueblos. Lo que no se hace durante la Semana Santa, Santa, en fin, cuando centenares de miles de sevillanos y visitantes contemplan las procesione­s sin más aliviadero­s que los de los bares, algunos de los cuales cerraron cerraron ayer por la tarde y no abrirán abrirán hoy para impedir que una clientela excesivame­nte «animada» «animada» le deje el negocio hecho fosfatina.

Los grandes números, sin embargo, embargo, sí cuadran. Desde hace un mes, es imposible conseguir alojamient­o alojamient­o en la ciudad, con precios precios que en ocasiones cuadruplic­an cuadruplic­an los habituales, ya de por sí altos en esta temporada. De los 60.000 aficionado­s que han venido venido a Sevilla, aproximada­mente aproximada­mente un tercio llega sin entrada, de modo que sus horas de consumo se incrementa­rán en una ciudad que se ha blindado con 5.500 agentes de distintos cuerpos policiales, policiales, ya que ambos contendien­tes, contendien­tes, en especial el Eintracht, arrastran grupos radicales de prontuario inquietant­e.

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