Estados soberanos

ConCon unas y otras expresio-nes, expresio-nes, ha sido habitual que los Estados más podero-sos podero-sos hayan venido afir-mando afir-mando su voluntad de asentar es-pacios es-pacios geográficos bajo su control político y militar y, con ello, limitar la soberanía de otros Estados. Los ejemplos más significativos tuvie-ron tuvie-ron lugar tras la Segunda Guerra Mundial y se produjeron hasta los años noventa del siglo XX. Esta po-lítica po-lítica se practicó tanto por la Unión Soviética como por EE UU. Fue en el caso de los soviéticos dónde se acuñó la expresión «soberanía li-mitada» li-mitada» que, sin embargo, también fue ejecutada con virulencia por la política exterior estadounidense, como en los supuestos de Repúbli-ca Repúbli-ca Dominicana o Granada. La esencia de este postulado radica en que algunos Estados, aquellos que comparten fronteras o espacios geográficos geoestratégicos con las grandes potencias, no disponen de la plena libertad para acoger una política exterior propia y singular y menos independiente, sino que quedan sometidos a los dictados del vecino poderoso. La decisión de Finlandia y Suecia de solicitar su ingreso en la OTAN quiebra con rotundidad los principios de la so-beranía so-beranía limitada y supone la reivin-dicación reivin-dicación del derecho de todo Esta-do Esta-do a decidir su futuro, también en política exterior, sin tutela alguna y, menos aún, sin imposiciones que deriven de la geopolítica mundial. En buena parte, Rusia se ha visto obligada a aceptar los deseos de estos dos países y, por ello, pone el acento en que estará atenta, sobre todo, a lo que se haga respecto al despliegue de algunos tipos de ar-mas ar-mas en sus territorios. Pero, lo que han acordado Finlandia y Suecia servirá también en otras zonas del mundo y, de esta manera, no se le podrá negar a ningún Estado que haga efectiva su voluntad de ingre-sar ingre-sar en uno u otro de los bloques políticos y militares que se vayan constituyendo en el planeta. Será la OTAN quien determine si quiere aceptar en su seno a estos dos paí-ses, paí-ses, pero lo relevante será que se ha consagrado en la comunidad inter-nacional, inter-nacional, de manera plena, que el principio de la no intervención in-corpora in-corpora el derecho de todo Estado a decidir su política exterior.