Fragmentos de «Artesanales»
► Las caricias dejaron muy pronto de quemarme en la piel y los besos ya no me arrancaban medias sonrisas de sorpresa. Y, poco a poco, fui profundizando en la búsqueda de nuevas y desconocidas sensaciones. No soy un adicto al sexo. Jamás he sentido un deseo irrefrenable, ni lo vivo de manera traumática; nunca me he sentido controlado por él. ► Podemos decir que vivimos en una de las épocas más sexuales de la historia, pues el sexo está presente en todo y en todos. Los estímulos son constantes en el cine, la moda y la música. Cada día se obtiene de manera más sencilla, solo hay que saber buscarlo y esperarlo. Adolescentes que realizan shows a través de sus webcams en la intimidad de sus dormitorios, y que reciben cuantiosos ingresos por ello, se mezclan con amas de casa que buscan alegrar sus mustias vidas. Pensar que unas lo hacen solamente por rebeldía y las otras por hartazgo sería camuflar, innecesariamente, la realidad de ambas. Estamos en la era sexual. La generación de la última generación. O degeneración. ► El ser humano ha cometido y cometerá las mayores locuras y tonterías, porque a veces no son lo mismo, por el sexo. Y entre medias hay millones de hombres y mujeres, normales y corrientes, con la única voluntad de satisfacer sus deseos. La dinámica no cambia mucho: ellas, más o menos reticentes en apariencia, y ellos, sin disimular en exceso, pero ambos con el mismo objetivo.