La Razón (Andalucía)

Última tarde con Marcelo

► En un partido sin historia, el capitán recibió el cariño de la afición y sus compañeros en lo que parecía su despedida del Bernabéu

- José Aguado.

Acabó el partido y Marcelo se arrodilló. arrodilló. Más bien cayó al suelo de rodillas. No lo ha dicho, pero todo sonaba a su adiós. Luego se fue abrazando a todos sus compañeros, compañeros, ante el aplauso del Santiago Bernabéu. No fue muy largo ni muy emotivo porque queda París y porque el futbolista no ha sido tajante con su marcha. Aunque estaba en el ambiente.

Cuando entró al campo Joaquín, muy aplaudido también, al primero primero que se encontró fue a Marcelo y ambos se dieron un abrazo. Dos veteranos, dos clásicos de LaLiga y dos de los grandes talentos que ha habido en el fútbol en los últimos últimos años. Después, al final, se hicieron la ola uno al otro. Joaquín va a continuar porque la emoción de ganar la Copa le ha empujado a seguir un año más y el Betis ha considerad­o que está bien. Marcelo Marcelo acaba contrato en junio, fue el que subió a Cibeles con el trofeo de LaLiga y el sábado puede ganar la Champions. Y todo lo que sucedió sucedió en el Bernabéu sonó a agradecimi­ento, agradecimi­ento, al cariño que ya ha hecho hecho poso y, sobre todo, a adiós.

Se le aplaudió cuando salió a calentar en la banda, en la segunda segunda parte, y él devolvió el cariño tocándose el corazón, donde el escudo. Llegó en invierno de 2007, con 18 años, despistado, pero con la determinac­ión de triunfar en el Real Madrid y se marcha en 2022, como capitán, con más títulos que nadie y, por ahora, con cuatro Champions. Si hubiese podido elegir un sueño que cumplir, no se hubiese atrevido a tanto. Cogió el relevo de Roberto Carlos y le ha superado. Un jugador con una sonrisa casi siempre y con un talento talento descomunal cuando enfilaba enfilaba el área contraria. El Bernabéu, que durante toda su carrera ha sido crítico con sus problemas defensivos, defensivos, guarda la memoria de lo bueno, que es abundante. Los jugadores jugadores llegan, ganan, se van, pero algo de ellos queda en la memoria de los que los vieron jugar. No se olvida a quien te ha hecho feliz tantos ratos.

Salvo sorpresa mayúscula, Marcelo Marcelo se despidió de su casa, donde alcanzó la madurez, en un partido sin más historia que colecciona­r una buena despedida. Con él al campo también entró Isco, pero el andaluz, por diversas razones, no ha dejado la misma huella. Su empatía empatía con la grada ha sido menor y su estancia en el equipo también ha sido menor. Pero estuvo en el campo, no como Bale, que no quiso quiso probar si el estadio en el que tanto ha jugado le iba a despedir con aplausos o con pitos. Por si acaso el galés no se vistió de corto. Se marcha en silencio, frente a todo el ruido que generaron su llegada y sus goles en su primera temporada, la de la Décima.

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AP Benzema le pone el brazalete a Marcelo en el partido contra el Betis

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