«Mandó la organización»: los etarras señalaban a la cúpula
► Las acciones criminales, salvo que fueran contra uniformados, debían ser autorizadas por los jefes de la banda
Ahora que se pone en cuestión que la orden del secuestro y asesinato asesinato del concejal del PP de Ermua Ermua Miguel Ángel Blanco Garrido Garrido fue dada por los cabecillas que componían la «Zuba» (comité ejecutivo), convendría recordar la ponencia «Oldartzen», aprobada aprobada en 1994 por Herri Batasuna (hoy reconvertida en Sortu) en la que, de forma cínica, se hablaba de « socializar el sufrimiento » . ETA colocaba en la diana a la clase clase política. La primera víctima fue
Gregorio Ordóñez. El portavoz del PP en el Ayuntamiento de San Sebastián fue asesinado el 23 de enero de 1995. Le siguieron muchos muchos más, también del PP, socialistas, socialistas, UPN...
En el caso del concejal de Ermua, Ermua, que es el que nos ocupa en estos días, no cabe ninguna duda de que fue ordenado por dichos cabecillas en venganza por el brillante brillante rescate, protagonizado por la Guardia Civil, del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. En un momento en que va a ser sometida a «juicio» la Transición Transición española, hasta 1983, se habla habla de prescripciones, como si los jefes de ETA fueran una casta intocable... intocable... y sus crímenes, aunque no haya sentencia que lo acredite, podrían ser encuadrados entre los de lesa humanidad. Lo que hicieron hicieron no tiene otro nombre, aunque haya que respetar las decisiones de la Justicia.
La banda terrorista era una organización organización jerarquizada que se manejaba por el centralismo democrático democrático propio de los grupos marxistas-leninistas. Nunca se discuten las órdenes que vienen de los cabecillas ya que, por su mayor experiencia y conocimiento conocimiento de causa, sus decisiones son siempre las más adecuadas para el mejor funcionamiento funcionamiento de la organización.
El secuestro y posterior asesinato asesinato de Miguel Ángel Ángel Blanco no era una acción terrorista terrorista cualquiera y fue dirigido en todo momento por la «dirección» de la banda. Un brillante y prolijo informe de la Guardia Civil así lo acredita, sin que se puedan «peros» «peros» ya que la carga de pruebas que se aportan es abrumadora.
« Mandó “organisasión”» (sic). Era la justificación que algunos etarras esgrimían ante las Fuerzas de Seguridad cuando se les preguntaba preguntaba cómo habían participado en el asesinato de una persona que era conocida suya, de su misma cuadrilla y cuyas mujeres eran amigas de toda la vida. Alguien con el que podía mantener una amistad. O cuando se trataba de atentados de gran entidad.
Pesaban más las órdenes de la « dirección » de ETA que los sentimientos sentimientos personales. personales. La «organisasión «organisasión » era, en definitiva, como la mafia, donde si se entraba era difícil salir y, una vez dentro, había que cumplir las instrucciones, que venían de arriba, a rajatabla, sin posible discusión.
Valga el recuerdo de estos sucedidos sucedidos en un momento en el que (por razones difíciles de ex
Había que cumplir las instrucciones a rajatabla, sin posible discusión
plicar) se pretende cuestionar que eran los jefes de ETA los que ordenaban determinados atentados, atentados, con nombres y apellidos, y que ninguna de las células de la banda se hubieran atrevido a cometer si no contaban con la previa autorización.
Salvo en el caso de los uniformados uniformados que, por su condición de «enemigos de Euskal Herria» (lo que incluía a sus familias), debían de ser exterminados, aunque siempre tenían la opción de marcharse, marcharse, abandonar sus puestos, algo impensable.
Poco se puede saber de lo que ocurrió en el seno del «comando Donosti» mientras mantuvieron secuestrado a Miguel Ángel Blanco Blanco durante 48 horas antes de asesinarlo. asesinarlo. Si alguno de los tres etarras que lo mantuvieron en cautiverio tuvo algún gesto de duda (con el tiempo, uno de ellos, José Luis Gueresta, «Oker», se suicidó... ¿por qué?), es posible que Javier García Gaztelu, «Txapote», utilizara la fórmula tan manida: « Mandó “organisasión”». “organisasión”».
Cuando el 29 de marzo de 1992, en una brillante operación de la Comandancia de la Guardia Civil de Inchaurrondo, que mandaba el teniente coronel Galindo, fueron detenidos los tres miembros de la «dirección» de ETA, en el caserío «Xilocan» de Bidart (Francia), «Pakito», «Pakito», «Txelis» y « Fiti» discutían los atentados que aquel año iba a cometer cometer la banda para enturbiar los importantes acontecimientos que tendrían lugar en nuestro país: Juegos Olímpicos, Expo y Madrid Capital Europea de la Cultura. No eran acciones criminales cualquiera, cualquiera, ya que tendrían repercusión repercusión internacional. Por eso las debatían ellos, ya que las tenían que autorizar para que las células las llevaran a cabo.
Los tres cabecillas representaban representaban a los «aparatos» «militar», «logístico» «logístico» y « político», lo que demuestra demuestra que era necesario el concurso de los tres para la toma de las decisiones. No bastaba con que Múgica, jefe de los «comandos», «comandos», dijera «adelante» si el «político «político » Álvarez Santacristina (el Mikel Albisu, « Antza» de aquel momento), no diera el «Ok »; y Arregui, el de las bombas y las armas, armas, apoyara la estrategia.
Poner en duda estas cosas, cuestionables prescripciones aparte, es negar la realidad. Hay algo que nunca prescribe: el dolor de las víctimas y el deseo de que se haga justicia.