La Razón (Andalucía)

Que vuelva el Icona

La primera responsabi­lidad por los incendios está en las políticas de mala gestión forestal ecologista­s

- José Antonio Vera

SánchezSán­chez da como toda explicació­n a los incendios la de que «el cambio cli-mático cli-mático mata», pero nada dice de otros motivos que están convirtien­do en auténticas gasolinera­s a nuestros bos-ques bos-ques y montes por el simple hecho de que han sido abandonado­s, descuidado­s, sin que nadie limpie la maleza, con pocos cortafuego­s y una política de prohibicio­nes suicida que impide la ganadería, la caza y la agricultur­a en aras a un ecologismo urbanita que nada sabe del campo y está provocando en realidad estos fuegos con-tinuados con-tinuados y virulentos.

¿Quiere esto decir que negamos el cambio climático? No, la mano del hombre ha hecho tantas cosas malas que el exceso de polución, los contaminan­tes químicos, los herbicidas tóxi-cos, tóxi-cos, las emisiones de venenos inorgánico­s y otras barbaridad­es del desarrolli­smo industrial han contribuid­o a ensuciar mares, campos y urbes de modo irresponsa­ble e irremisibl­e. Ese ataque del hombre al medio en el que vive tenía que tener consecuenc­ias, y el efecto invernade-ro invernade-ro es fruto de ello.

El cambio climático es un condiciona­nte, cier-to, cier-to, pero la primera responsabi­lidad por los de-vastadores de-vastadores incendios que nos asolan hay que buscarla en políticas de mala gestión forestal diseñadas desde despachos ministeria­les por ecologista­s extremos que nada saben del campo y que multan a la gente por entrar en los parques naturales o por coger piñas y cortar ramas. O a los pastores por llevar sus rebaños a pastar, como se hizo siempre, y que es justamente lo que habría habría que promover para evitar que los matojos se extiendan, crezcan como arbustos y se transforme­n transforme­n en auténtico combustibl­e que propaga los fuegos a velocidade­s impensable­s. En tiempos tiempos del Icona (Instituto para la Conservaci­ón de la Naturaleza) se incentivab­a el pastoreo y también también se inducía a la gente del entorno a eliminar la maleza durante el invierno, a hacer y mantener mantener cortafuego­s, a podar el ramaje seco y recoger la leña, a crear una conciencia social basada en la célebre frase «cuando un bosque se quema, algo tuyo se quema».

Siempre en España ha hecho mucho calor en verano ( 52,7 grados en Zaragoza en 1935, según el New York Times), pero nunca los campos, los montes y los bosques estuvieron tan ecológicam­ente ecológicam­ente sobreprote­gidos por unas autonomías que en realidad están consiguien­do un efecto bumerán pernicioso: montes, campos y la España España rural están despoblado­s, permitiend­o que el avance de la materia vegetal llegue hasta las cercanías de los pueblos, de manera que también también sus habitantes sufren el peligro de estas horribles llamas de sexta generación originadas en bosques abandonado­s y convertido­s en auténticas auténticas teas incendiari­as por culpa de políticas eco-alarmistas que en realidad están agudizando agudizando el problema.

Hay que combatir el cambio climático contaminan­do contaminan­do menos, es verdad. Los viajes de Sánchez Sánchez a las zonas quemadas utilizando al mismo tiempo el Falcón, el Superpuma y el Audi 8 no son ejemplo para nadie. Y debería dar ejemplo. No se trata solo de hablar de «emergencia climática». climática». Salvo que a cuento de esa emergencia nos estén preparando la declaració­n de un nuevo nuevo «estado de alarma climática» con medidas extremas y coercitiva­s para recortar derechos e imponer una suerte de excepciona­lidad amparada amparada en legislacio­nes de seguridad nacional.

Y mientras tanto, los montes abandonado­s, acumulando maleza que será pronto pasto de las llamas. Que vuelva el Icona, por favor.

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