El fraude del relato del fraude
Rebeca Argudo
ConfirmabaConfirmaba el Tribunal Supremo la sentencia de los ERE, ratifican-do ratifican-do así la responsabili-dad responsabili-dad de José Antonio Griñán y de Manuel Chaves en la concesión de hasta 680 millones en ayudas fraudulentas a lo largo de más de una década. Si algo queda claro con esta sentencia, además de la corrupción del PSOE, es su habi-lidad habi-lidad para la fabulación y su des-prejuiciada des-prejuiciada ausencia de decoro: apenas anunciado el fallo, no du-daba du-daba su secretario general en Andalucía, Juan Espadas, en ca-lificar ca-lificar a los dos expresidentes condenados como « personas honorables» y al brutal fraude como « procedimiento que per-seguía per-seguía un fin social».
El uso del eufemismo elevado a arte. Por si esto provocaba poco sonrojo, Pilar Alegría, ministra de Educación y Formación Pro-fesional Pro-fesional y actual portavoz nacio-nal nacio-nal del PSOE, se esmeraba en resaltar que este «me-canismo» «me-canismo» que logró salvar empleos fue aprobado en el Parlamento andaluz con los votos del PP. Le ha fal-tado fal-tado decir abiertamente que la culpa fue de aquellos, como siempre y como todo el mundo sabe, y que ellos se vieron obligados a estafar. Como si pensara la señora Ale-gría Ale-gría que una mayoría de votos es una patente de corso para delin-quir delin-quir libremente. O como si esa mayoría parlamentaria legitima-se legitima-se la trampa, la creación de una red clientelar que les aseguraba ese voto cautivo tan goloso.
Parece, escuchando a Espadas y a Alegría, que entre las filas so-cialistas so-cialistas hay dos máximas, casi axiomas para ellos: que relato mata a dato (y no al revés) y que ellos deben ser juzgados por la mejor de sus intenciones mien-tras mien-tras el resto debe serlo por el peor de sus errores. Solo así se entien-de entien-de que un adulto con responsa-bilidades responsa-bilidades públicas pueda salir y defender en público, sin sonrojo
Para el PSOE el caso no sería más que un pequeño equívoco
ni balbuceo, ante una sentencia firme como esta que lo que ha quedado demostrado es que «en ningún caso el PSOE se ha financiado financiado de manera ilegal». Y quizá tenga razón en que no lo ha hecho hecho directamente, pero sí, y mucho, mucho, de manera indirecta. Porque con lo que ellos denominan «mecanismo «mecanismo » o « procedimiento » mediante el cual garantizar unos ingresos mínimos a los afectados por expedientes de regulación de empleo (¿quién podría estar en contra de ayudar a desempleados?) desempleados?) lo que en realidad conseguían conseguían es establecer una red clientelar clientelar con cargo al erario público que, sin duda alguna, a quien beneficiaba era al PSOE andaluz y personas de su entorno. Y, por supuesto, a las honorables personas personas a las que ahora se ha condenado. condenado.
Así pues, con la ratificación del Supremo calentita por un lado y las declaraciones de los socialistas socialistas por otro, lo que parece (parece (parece que quieren que parezca) es que hay dos tipos de corrupción: corrupción: la buena y la mala. La primera, primera, la suya, ni es corrupción corrupción ni es nada. Apenas fruslería. Y luego está la mala, la de los otros, que esa sí es grave y es la que hace pupita. El mayor caso de corrupción corrupción de las últimas décadas en España no sería, por lo tanto, más que un pequeño equívoco, una leve irregularidad. Que enriqueciera enriqueciera a unos cuantos y perpetuara perpetuara en el poder a otros no es más que un efecto secundario al que no debería prestarse atención, atención, un resultado colateral que no pasa de curiosidad. La intención, intención, el mejor de los deseos de honorables trileros vestidos de Armani, eso es lo importante. Y quizá, démosles un poco de tiempo, hasta les hace merecedores merecedores de indulto. Pensar lo contrario, contrario, interpretar lo ocurrido como la estafa que es, es propio de miserables. Al fin y al cabo, son ellos los que luchan contra las fake news, ¿no? ¿Dónde está la bolita? ¿Dónde?
La suya ni es corrupción ni es nada. Apenas fruslería