Paret, un pintor con muñeca de dibujante
El Prado dedica al artista una gran retrospectiva
El dibujo siempre fue observado por muchos como un mero apunte del artista. El esbozo de una idea primera que después encontrará su verdadero remate en un óleo, un fresco, en un lienzo o en las alturas sobrecogedoras de una bóveda. El tiempo ha ido revalorizando la obra en papel, igual que se ha ido apreciando lo fragmentario fragmentario o los trabajos sin un aparente remate. La razón es sencilla. Primero, en estos trazos, en ocasiones, hay más cuidado por parte del artista de lo que pueda suponerse en una primera instancia. instancia. Segundo, a veces, lo que puede parecernos parecernos como algo sin trabajar encierra un interés insospechado porque ofrece la oportunidad de apreciar la genialidad del artista. Este dibujo de Paret, este «Nigromante, que el Museo del Prado muestra en la primera retrospectiva que la pinacoteca pinacoteca dedica a este pintor, es un ejemplo de la destreza de su muñeca. Es una oportunidad para observar cómo en unas sencillas líneas puede ofrecer una escena de enorme complejidad pictórica, pictórica, pero glosada o resumida en un dibujo rápido. Luis Paret, que tuvo el oportuno gusto de apartar su mirada de los temas más extendidos y que más atraían a sus contemporáneos, lo que da una clara señal de aspirar a cierta originalidad en los asuntos que aspiraba a retratar, reparó en otras esquinas de su sociedad, como los gabinetes gabinetes científicos. Con este dibujo, deja la impresión de que tampoco ignora lo que luego se llamó la «España negra». Refleja a un alquimista y al sueño sueño de convertir el plomo en oro. Pero se puede interpreter como una alegoría de un país que cree más en los milagros que en la ciencia.