El hielo que nos falta
Marta Robles
SiempreSiempre que recuerdo películas apocalípti-cas apocalípti-cas tipo «Mad Max» o «Waterworld» pienso en el desastre que supondría para el mundo privilegiado (no olvidemos la escasez habitual que sufren los seres humanos de buena parte del planeta), no poder abrir el grifo del agua para beber o encontrarse con que en la gasolinera de turno no disponen de combustible para el coche ni en la panadería de la esquina de una sola barra de pan, con la que acompañar la comida diaria.
El desabastecimiento es uno de los fantasmas más temidos por las sociedades del bienes-tar, bienes-tar, que no imaginan su cotidia-nidad cotidia-nidad sin determinados «lujos cotidianos». Bien, pues, en los últimos tiempos, la pandemia encendió las alarmas y disparó las codicias de papel higiénico, harina y levadura; la guerra de Ucrania puso el foco en el acei-te acei-te de girasol; la huelga de trans-portistas trans-portistas hizo que se resintiera el suministro de carne, pesca-do, pesca-do, frutas, verduras, arroz, ha-rina ha-rina y lácteos… Y ahora, ade-más ade-más de los costes brutales que andan arrinconando a los ga-naderos ga-naderos y que podrían vaciar de productos básicos los mer-cados mer-cados en breve, en plena ola de calor nos falta ¡hielo!
El precio de la luz, cada vez más insostenible, ha llevado a los fabricantes de los precia-dos precia-dos cubitos a que su distribu-ción distribu-ción les resulte casi imposible. Ya empieza a reducirse la oferta de hielo en todas par-tes, par-tes, pero en breve es que no lo habrá en muchos lugares. Los productores se verán obliga-dos obliga-dos a discriminar clientes… Mientras muchos se quejan de la molestia, otros se llevan las manos a la cabeza pensan-do pensan-do que esta es la prueba defi-nitiva defi-nitiva de que, en breve, empe-zaremos empe-zaremos a ver las estanterías de los comercios cada vez de-sabastecidas, de-sabastecidas, y que esto del hielo, es el anticipo del prin-cipio prin-cipio del fin…