Grisolía, el sabio tranquilo
Ramón Tamames Fue un hombre reflexivo y cabal en torno a cada cuestión
EnEn la mañana de ayer, al filo de la pro-pia pro-pia noticia, Santiago Grisolía fue ob-jeto ob-jeto de un auténtico homenaje en las páginas de LA RAZÓN con un amplio artículo de Ana Abizanda sobre su dedicación a la ciencia y una serie de comentarios sobre la labor de toda una vida a punto de llegar a los cien años. Que todos veíamos como un mo-mento mo-mento de celebración de quien fue elevado a la aristocracia de la ciencia en España, como Marqués, por el Rey Juan Carlos I. Premio Rey Jaime I de Economía en 1997, me precio de haber tenido una larga relación con Santiago durante muchos años, en multitud de encuentros encuentros por él convocados; en pro de nuevos proyectos proyectos y actividades, cuando cuando el Marqués (le gustaba mucho el título), se expresaba expresaba como hombre tranquilo, tranquilo, reflexivo, cabal en las conversaciones en torno a cada cuestión concreta. En ese sentido, recuerdo recuerdo algunos encuentros espléndidos, sobre Darwin, Darwin, Cajal, Watson, Creek, Severo Ochoa, y otros hombres de ciencia, cuyas aportaciones eran analizadas en las diversas vertientes del conocimiento. Por lo demás, la procesión de Premios Nobel que ha actuado en Valencia como jurados en los años de concesión de los Premios Rey Jaime I no tiene parangón en ningún ningún otro escenario científico. Y ojalá que sigan desfilando por mucho tiempo esos sabios universales, universales, recordando a su convocante hasta hoy, Santiago Santiago Grisolía, de cuya maestría hemos podido disfrutar tanto, durante tanto tiempo.