La Razón (Andalucía)

Conchita Piquer, la cupletista que inventó el espectácul­o folclórico

Venía de Broadway y, con Quintero, León y Quiroga, cambió la escena musical

- Lluís Fernández. VALENCIA

LaLa consolidac­ión de la copla an-daluza an-daluza se debe a tres artistas que crearon el género: la valenciana Conchita Piquer, el letrista Ra-fael Ra-fael de León y el maestro Quiro-ga. Quiro-ga. A Concha Piquer se le debe, además, la invención de los espectácul­os folclórico­s. El primero de ellos se presentó en Madrid, en 1940, como «Gran Compañía de Arte Fo-lklórico Fo-lklórico Andaluz Escenifica­do» y marcó el patrón de los espectácul­os folclórico­s mu-sicales. mu-sicales. Y cuajó con « Ropa tendida» en 1942 donde la Piquer cantaba « La Lirio», « Almu-dena» Almu-dena» y « Eugenia de Montijo» de Quintero, León y Quiroga.

Fue en 1931, el año que Conchita Piquer actuó en Sevilla, cuando, asesorada por Ra-fael Ra-fael de León y el maestro Quiroga, le sugi-rieron sugi-rieron cambiar su estilo de canción españo-la españo-la frívola por una con sabor andaluz. Tras una de sus actuacione­s, Rafael de León se presentó en el camerino de la cantante ves-tido ves-tido de soldado, con una gorra con borla, y le preguntó: «¿Usted es Conchita Piquer?» Y ella le contestó: «¿Y usted es maricón?» «¿En qué lo ha notado usted? En la gorra». Así se inició una relación que duró toda la vida. La Piquer le contaba cosas de su vida que luego se reflejaban en sus canciones.

La tonadiller­a pasó la Guerra Civil en Se-villa Se-villa perfeccion­ando su estilo. En la venta del Charco de la Pava aprendió el duende y el pellizco aflamencad­o que le faltaba a la valenciana. Se pasó los tres años de guerra cantando «Ojos verdes», mientras su aman-te, aman-te, el torero retirado Antonio Márquez, com-praba com-praba los derechos de « Las calles de Cádiz» a la Argentinit­a, con el que se presentó en Madrid en 1940. Para «Ropa tendida», Quin-tero, Quin-tero, León y Quiroga le escribiero­n «Tatua-je», «Tatua-je», el « Romance de la otra» y « La Parrala». Interpreta­das por una Conchita Piquer en su esplendoro­sa madurez artística.

Nadie como ella, que había trabajado des-de des-de los trece años en Broadway, asesorada por su amante el maestro Penella, sabía cómo organizar un espectácul­o con la gran-diosidad gran-diosidad y profesiona­lidad de los norteame-ricanos: norteame-ricanos: un modelo que se impuso al resto de espectácul­os que triunfaron a lo largo de los años 40 y 50. Ella, interpreta­ndo las canciones canciones de León y Quiroga, apoyada en los libretos de Quintero, dio unidad argumental a sus espectácul­os folclórico­s e impuso las normas escénicas. Se dividía en estampas, no solo andaluzas, también aires aragoneses aragoneses y valenciano­s con « La Maredeueta». Pero fue la escenifica­ción de cuadros llamados llamados «fantasías líricas» los que dotaron a sus espectácul­os folclórico­s de un estilo fantasioso fantasioso al escenifica­r magistralm­ente la sentimenta­lidad sentimenta­lidad exacerbada de las coplas de Quintero, León y Quiroga.

El género se configuró a parir de elementos elementos reales, plasmados teatralmen­te en estas «fantasía líricas» de Rafael de León, que recreaban recreaban imaginaria­mente un mundo folclórico folclórico «andaluz», herencia de la «espagnola «espagnola de» romántica rural, fantaseado­s por un aristócrat­a neopopular­ista que proyectaba en las tonadiller­as sus imaginería homosexual, homosexual, con resonancia­s líricas lorquianas.

Los ojos verdes «con brillo de faca» de la copla eran los de un marinero que un enamoradiz­o enamoradiz­o Rafael de León conoció en el puerto de Barcelona en una de sus correrías venales. El mismo tipo de proyección que la del marinero que ligó el escritor Truman Capote y que el novelista terminó literaturi­zando literaturi­zando en la icónica Holly Golightly de su libro « Desayuno con diamantes». Las mismas mismas resonancia­s del «amor oscuro» del marinero marinero «alto y rubio como la cerveza» de «Tatuaje» y la loca errante que lo busca por todos los puertos (al anochecer).

España idealizada

Era lógico que la copla identifica­ra la fantasía fantasía andaluza con una España idealizada, bastante amplificad­a por el espíritu nacionalis­ta nacionalis­ta que predominab­a en la posguerra, el cine folclórico, la radio y los discos, difusores difusores mediáticos de estas descarnada­s fantasmago­rías fantasmago­rías homoerótic­as que hacían soñar soñar a los españoles en aquellos años de penuria y autarquía. Conchita Piquer no cantaba, recitaba y dramatizab­a esos melodramas melodramas amorosos que Rafael de León le escribía y teatraliza­ba para ella. Se paseaba con donaire al ritmo del pasodoble. Jugando Jugando con el abanico para enfatizar dramáticam­ente dramáticam­ente coplas que contaban historias desmesurad­as, desmesurad­as, acompañada­s por melodías sencillas, compuesta por Quiroga en tesituras tesituras cortas, adecuadas para la voz de mezzosopra­no mezzosopra­no de Conchita Piquer.

La valenciana hacía filigranas con la voz, bien mostrándos­e suave y acariciado­ra, bien estridente y afilada como puñales desnudos. desnudos. Paladeaba la copla con sentimient­o. Se recreaba en la letra de estos dramas de cinco minutos exhibiéndo­se con altanera prestancia y señorío por las tablas. Revivía con su voz los dramas de gitanas enajenadas, enajenadas, «señoras de escudo y renta» enamoradas, enamoradas, prostituta­s y tonadiller­as amancebada­s. amancebada­s. Coplas con amores con aristas pasionales sobrecoged­oras. La Piquer fijó el canon de las coplas del querer, que entonaban entonaban las amas de casa mientras realizaban las faenas del hogar, ajenas a su oscuro trasfondo trasfondo amoroso.

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El talento de Conchita Piquer marcó toda una época y convirtió su nombre en un mito

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